¿Qué sacamos en claro los guayaquileños y demás ecuatorianos, tras la marcha del 26 de enero y de dos años de gobierno? Un gobierno mentiroso, dictatorial, y el convencimiento de que Ecuador no llegará a nada después de dos años más de esta administración.

Es fácil notar las mentiras que promueve el Presidente: dijo que combatiría la corrupción, y esta ha crecido inmisericorde. Está bien que amigos ocupen todos los cargos del Estado, pero que por lo menos tengan capacidad y ética probadas; mal está que la familia se crea con derecho a usufructuar del Estado.

A los dos años de gobierno se acuerda de cobrar las deudas de la AGD, pero para atacar a sus enemigos políticos (que antes fueron sus aliados, con quienes dijo que nunca se uniría y que combatiría) y a la prensa que le hace ver sus errores; se va al exterior, y se vanagloria de conseguir “préstamos”, cuando tenemos el petróleo mejor pagado de la historia, incrementando la deuda externa; ingresa a 20.000 personas en la burocracia, cuando antes dijo que la reduciría; dispone a los miembros del Poder Judicial, y designa a su presidente; propone una consulta popular que no es la que prometió, con cuestionamientos insulsos que no conducen a la “transformación” que prometió para Ecuador.

Publicidad

Intimida a los guayaquileños –a que no acudan a una cita cívica– con propaganda de miedo y temor, diciendo que nos pagarían por ir a la marcha, y luego desconoce el clamor de un pueblo que protesta pacífica y abrumadoramente.

Los guayaquileños y resto de ecuatorianos, vemos estupefactos la propaganda que habla de las obras que “ejecuta” el Gobierno, y que en la realidad son las únicas paralizadas: el puente Carlos Pérez Perasso, el puente de la calle 35, la carretera a Salinas, la presa Mazar, el proyecto San Francisco, el gas del Golfo, etcétera. Ni se diga de la seguridad, vivienda, salud, educación...

Guayaquil no se detendrá en su progreso, seguiremos adelante, y desde ya sabemos que en el país sí hay líderes capaces que indicarán el camino más adecuado, aunque al coronel no le interese qué piensa el pueblo, sino solamente su ego, su familia y su partido.

Publicidad

Jorge A. Barros Sempértegui
Guayaquil

   
El reclamo de la ciudad ante el olvido, inoperancia, y falta de cumplimiento de las promesas gubernamentales, fue ovacionado por sus conciudadanos en multitud de todas las esferas sociales, económicas y políticas, que llenaron las calles del Malecón y Nueve de Octubre.

Se reclamó la autonomía administrativa, mas no la territorial; que quede esto bien claro. Como guayaquileño me siento orgulloso del civismo de mis conciudadanos, pero critico la actitud ridícula de muchos que viven en Guayaquil y que sus éxitos políticos y económicos los han alcanzado en esta ciudad, pero ahora se han vuelto contra ella.

Publicidad

Dr. Gustavo Moreno Ramírez
Guayaquil