Irán prometió ayer un “infierno ardiente” para cualquier agresor, mientras miles de personas marchaban para celebrar el vigésimo sexto aniversario de su revolución islámica.

Teherán enfrenta una presión cada vez mayor de EE.UU. por su programa nuclear.

“La nación islámica no busca la guerra (...), pero el mundo debe saber que esta nación no tolerará ninguna invasión. Si los invasores llegan a Irán, el país se convertirá en un infierno ardiente para ellos”, dijo el presidente Mohamed Jatami, mientras la multitud, desafiando una dura nevada, cantaba: “¡Muerte a Estados Unidos!” y “¡Muerte a Israel!”.

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El presidente de EE.UU., George W. Bush, dijo el miércoles que si Irán tenía armas nucleares “sería una fuerza muy desestabilizadora” e instó a Occidente a trabajar para evitar que esto ocurra.

A diferencia de Corea del Norte, Irán niega las acusaciones de EE.UU. de fabricar bombas atómicas, pero se niega a  recortar actividades como el enriquecimiento de uranio, que puede usarse para fabricar material para bombas.