Analistas aseguran que la masiva difusión mediática de la salida del hospital es un mensaje de calma.

El papa Juan Pablo II abandonó ayer el hospital donde estuvo diez días ingresado debido a problemas respiratorios que recrudecieron los temores sobre su salud y el liderazgo de la Iglesia Católica.

En su papamóvil –un vehículo diseñado con cristales antibalas–, el Sumo Pontífice, de 84 años, saludó débilmente a los curiosos mientras se trasladaba del hospital Gemelli, en Roma, a la sede del Vaticano, escoltado por una unidad motorizada.

Publicidad

Pacientes ingresados en el hospital, algunos en pijama y pantuflas, observaban desde los balcones del edificio y aplaudían al Papa.

El Papa fue ingresado el pasado 1 de febrero debido a problemas respiratorios graves derivados de un cuadro de gripe, a su vez empeorado por la enfermedad de Parkinson que padece el Pontífice desde hace años.

El deterioro repentino de su salud ha desatado preocupaciones en el mundo católico ante la probabilidad de que se esté acercando el fin de uno de los pontificados más relevantes de su historia.

Publicidad

Sin embargo, la Iglesia se ha mostrado cautelosamente optimista durante los últimos diez días y, según analistas, la salida del Papa del hospital, divulgada ampliamente por los medios de comunicación, ha sido utilizada para demostrar al mundo que Juan Pablo II se halla relativamente bien.

Guardias suizos, enfundados en sus brillantes uniformes de ceremonia, saludaron a la comitiva del Papa a su entrada en la Plaza de San Pedro y la Ciudad del Vaticano, donde reside el Pontífice desde 1978.

Publicidad

El portavoz principal del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, dijo ayer a reporteros que el Papa se había recuperado totalmente de un espasmo respiratorio que lo llevó al hospital.

“La mejoría de su salud en general está progresando favorablemente”, dijo Navarro-Valls, quien añadió que otras pruebas, incluida una tomografía axial computarizada –que consiste en una técnica tridimensional de rayos X– han excluido cualquier otro tipo de problema.

El Papa, quien ya no puede caminar y padece un cuadro grave de artritis, se asomó el domingo a la ventana de su cuarto en el hospital, pero se veía my débil y casi no pudo leer una breve bendición, por lo que tuvo que confiar la lectura a uno de sus ayudantes.

El Pontífice no presidió –por primera vez en sus 26 años como jefe de la Iglesia Católica– la celebración del Miércoles de Ceniza, el pasado 9 de febrero, que da inicio a la cuaresma.

Publicidad