Nombres de cronistas gráficos de épocas pasadas fueron familiares en la ciudad y sus instituciones.

Durante las primeras décadas del siglo pasado, cuando la fotografía tomaba auge en esta ciudad y los recursos de quienes la ejercieron eran más artesanales que técnicos, hubo establecimientos que acapararon la preferencia de los ciudadanos deseosos de obtener la foto de la familia y de acontecimientos sociales.

De igual forma los buscaron las entidades culturales, obreras, deportivas, y otras, para conservar recuerdos de sus actos conmemorativos.

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En Guayaquil, desde 1850 en adelante, en periódicos, revistas, balcones y esquinas se anunciaron servicios fotográficos como los de Ricardo Tossel, Enrique Till, Julio Báscones, Neumane y Cía., Salvatierra Hnos., que dan fe del recorrido por este arte.

Entrado el siglo XX hubo nombres que ahora dan paso a la añoranza: las fotografías Grau (Enrique), que también ofreció servicio de fotograbados, según un anuncio de 1909; Santos ‘modernamente’ instalada en 1925 en Nueve de Octubre entre Boyacá y Chanduy, actual Francisco García Avilés, y Édison, que ofrecía retratos desde un sucre la media docena, en Luque y Chile, al lado del teatro Olmedo. Antes de finalizar la primera mitad de la centuria pasada ya gozaba de acogida en sus trabajos el maestro Miguel Jordán, uno de los personajes emblemáticos que por muchos años ejerció esta rama artística.

Otros locales que incrementaron la nómina de los estudios fotográficos en nuestro medio fueron Jaramillo, Bravo, Galindo, Valdivieso, Zurita, Córdova, Emporio Fotográfico, Argüello y Cristal, que ya no solo ofrecieron las fotos de estudio en blanco y negro, sino que sus dueños salieron a captar los testimonios de los programas de entonces.

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Al llegar la década del 50 se consolidó el prestigio de muchos de aquellos y se establecieron otros que pronto alcanzaron notable desarrollo, pues introdujeron los cambios de la técnica de la época.

Nombres populares
Por el entusiasmo y profesionalismo de sus propietarios hubo y hay talleres muy conocidos en el medio. Incluso introdujeron el desarrollo tecnológico de este arte, para continuar con la atención a quienes heredaron de sus padres y mayores la costumbre de ir a fotografiarse o pedir que acudan a los domicilios o sedes institucionales.

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Una lista que avivará el recuerdo del lector no puede prescindir de las fotografías Jordán, González, Lípari, Escobar (Simón), Ibáñez, Olimpia, Valdivieso, Pérez, Jara, Rafael (de Eulogio Santos Garzón), Cinefoto, Estrella, Soni, Arévalo, Titus, Astudillo, Estudio 45, Colorama, Fotosonido, Olimpia, Mora, Arcolujo, Jurado, Victoria, Lumiere, Ecuador, Romero, Luminofoto Silva, Fotecas, Richard, Em Fo Ca (Emporio Fototécnico Huancavilca), Escobar Jr., Armas y muchas otras, hasta llegar a las más contemporáneas que el público conoce, escucha y busca siempre.

En este breve recuento que abre la posibilidad de incorporar más nombres de establecimientos y de profesionales del arte fotográfico, es justo consignar los de Miguel Jordán, Rosalino Carchi, Walter Blaschke Cros, Michael Wengerow, José Escobar Ramos, Simón Escobar Saa y Luis Hugo Alvear Mendoza, quienes lo enseñaron y difundieron sin egoísmos entre sus parientes, discípulos y futuros colegas.

A Melchor Lavayen lo llaman el ‘fotógrafo de los artistas’, porque capta sus actuaciones en los escenarios; Franco Andrade recibió felicitaciones por su libro Guayaquil nocturno sin flash, y Elio Armas editó Fotografías de Guayaquil. Otros ‘artistas del lente’ han editado iguales obras.

Aunque la cámara digital y los nuevos sistemas fotográficos inciden en el desplazamiento de la fotografía de estudio y de los talleres donde aún no desaparecen los compuestos químicos y la fórmula para lograr la mejor imagen, aún resulta imposible prescindir de aquellos porque las bondades de su arte están testimoniadas en aquellos trabajos que los encuentra en el álbum de cualquier familia porteña, conocedora de lo gratificante que es ver una antigua y bien conservada imagen.

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