La música, el teatro de humor y la fonomímica han tenido buenos exponentes en nuestro medio.

Aunque suman pocos en la lista de un inventario, sin embargo, los compatriotas indígenas que interpretaron la música popular lo hicieron con buenos resultados y obtuvieron relevantes triunfos cuando participaron en presentaciones de radio, televisión y los esperados festivales que otrora acogían a cientos de personas en las salas de cine de la ciudad.

Lo mismo ocurrió con quienes cultivaron el arte de la fonomímica, magia, ventriloquia y el teatro cómico, pues algunos de ellos ganaron elogiosos comentarios cuando emprendieron repetidas giras por el exterior. Incluso tenemos el caso de Los Chaparrines y Paco Miller, que residieron por mucho tiempo en naciones latinoamericanas, dedicados completamente al arte que los identificó.

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Fueron, pues, las emisoras Cristal, América, El Mundo, Atalaya, Cóndor y otras tantas donde nuestros artistas triunfaron. Igualmente lo hicieron en los cines Apolo, Central, Fénix, Guayas, entre otros; el teatro al aire libre Bogotá, la feria Caraguay y los primeros canales de televisión que se establecieron en Guayaquil.

De ‘origen’ indígena
El laboratorio farmacéutico Drocaras auspició las presentaciones de Baltazar Aguavil, Lolita Aguavil, cantantes tsáchilas (los ‘colorados’ del cantón Santo Domingo, Pichincha) y Jesús Fichamba, de Peguche, Imbabura, que en diversas épocas destacaron como intérpretes de música popular y recorrieron el país.
Fichamba ganó el segundo lugar del Festival OTI de Sevilla, España, en 1985.

En la misma línea de artistas difusores de la expresión vernácula citamos a Kayo Kanata y Humberto Rendón Briones, el popular Don Toribio, quien también difundió las costumbres del montubio litoralense durante los tantos años que ofreció actuaciones y mantuvo el espacio ‘Fiesta Campesina con Don Toribio’.

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Causantes de sonrisas
Los géneros artísticos del teatro cómico, la ventriloquia, fonomímica y expresiones afines tuvo en el siglo anterior numerosos cultores, tales los casos de los cómicos Los Chaparrines, que se establecieron en tierra colombiana y alcanzaron reconocidos galardones, y de Paco Miller (Edmundo Jijón Serrano), el ventrílocuo que maravilló e hizo reír a la gente con su muñeco Don Roque, aquí y en México, donde se afincó.

Otros cómicos de épocas pasadas fueron: Leonel Moncayo; Pepe y Juan, los alegres costeños; y Kléber Orellana, Lucho Ordóñez y El Gran Charles, fonomímicos. De manera similar siempre lograron aplausos Los Mimi Gestos, Martha y Tito (Herrera), el mago Palmer y los payasos Frejolito, Pildorín, Cachirulo y Cartuchito. No debemos olvidar a otro ventrílocuo de trayectoria como lo fue Sullivan y Don Cheto.

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Merecen mención especial el famoso Antonio Cajamarca (Toñito), su pareja Yo Yo y el clan de su familia identificada con La Escuelita Cómica. También el showman Jorge Maciel y los fonomímicos con lauros internacionales Roberto Gallardo y Julio Beymer. Los Huasos Chilenos, dúo que formaron Jaime Reinoso, ecuatoriano, y Domingo Fuentes, oriundo de Chile pero ecuatoriano de corazón, divirtió a la comunidad guayaquileña en sus programaciones por emisoras de la localidad.

Hasta hace poco estuvieron en apogeo Los Morisquetos, dupla integrada por Guillermo Zúñiga y Mimo Cava (seudónimo); en las últimas temporadas destacaron Tuco y Manuco (Raymundo Zambrano y Lucho Mueckay).