El gobierno propuso este lunes controles de inmigración más severos y dijo que sólo los trabajadores cualificados que hablen y escriban inglés podrán residir en Gran Bretaña de manera permanente.
 
El secretario del Interior Charles Clarke manifestó que el gobierno tomará también las huellas digitales de todos los extranjeros que soliciten visas, para impedir que desaparezcan en la economía clandestina una vez que sus permisos laborales expiren.
 
Las medidas, que no afectarán a los ciudadanos de la Unión Europea, forman parte de una iniciativa europea para combatir la inmigración ilegal, un tema delicado para el gobierno del primer ministro Tony Blair de cara a los comicios nacionales en mayo próximo.
 
Este país necesita inmigrantes. Los turistas, estudiantes y trabajadores inmigrantes hacen una contribución fundamental a la economía del Reino Unido. Pero necesitamos asegurarnos que permitimos permanecer a inmigrantes con habilidades y talentos para beneficiar a Gran Bretaña, y frenar a aquellos que buscan abusar de nuestra hospitalidad y ser una carga para nuestra sociedad, manifestó Clarke.
 
Al anunciar un plan de inmigración y asilo de cinco años en la Cámara de los Comunes, Clarke dijo que el gobierno implementará un sistema selectivo -que ya está en marcha en Australia y Canadá- que favorecerá a trabajadores capacitados, entre ellos médicos e ingenieros.
 
El gobierno limitará además la cantidad de familiares que puedan plegarse a los beneficios de un trabajador inmigrante, y abandonará el derecho automático de residencia permanente que gozaban hasta ahora los extranjeros que vivían en Gran Bretaña durante cuatro años.
 
De acuerdo con la propuesta, sólo los trabajadores capacitados que puedan mantenerse económicamente podrán solicitar la residencia permanente. Deberán haber vivido en el país durante cinco años, y hablar y escribir en inglés.
 
Las medidas británicas forman parte de una tendencia de la Unión Europea de acordar una política común de inmigración y asilo para el 2010.
 
La política de la UE busca reducir la inmigración ilegal e incrementar la cantidad de inmigrantes capacitados.
 
Los temas de inmigración y asilo son delicados para los políticos de Gran Bretaña. Las solicitudes de asilo se incrementaron a niveles récord en el 2002, y Blair ha trabajado duro para limitarlas.
 
El gobierno ha implementado controles fronterizos más severos, y ha trabajado junto con Francia para cerrar un campamento utilizado por solicitantes de asilo para ingresar ilegalmente a Gran Bretaña. Además, ha acelerado el proceso de procesamiento y repatriación de las personas que no logran asilo político, entre otras medidas.
 
Sin embargo, el Partido Conservador, de la oposición, se ha quejado por la persistencia de los problemas.
 
El gobierno teme perder votos si parece débil frente al tema.