El reciente pedido de autonomía de Santa Cruz de Bolivia (la segunda ciudad más importante de ese país después de La Paz), cinco días después de que se realizó la Marcha blanca en Guayaquil donde también surgió el tema, obliga a analizar este hecho como una coincidencia o como un malestar que se está generando en la región.

A esto se suma el pedido del  departamento peruano de Puno en la frontera con Bolivia, que anunció el lunes pasado que impulsará un gobierno autónomo en una asamblea popular.

De Santa Cruz, en Bolivia, se dice lo mismo que de Guayaquil en el Ecuador, que ha sido una de las ciudades mejor atendidas por el Gobierno central debido a que es la localidad de mayor producción. Incluso un analista del diario La Opinión de la Paz, calificó como una traición a las exigencias de esta ciudad, con un editorial titulado “La Patria traicionada por sus propios hijos”.

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Luego de 18 días de protestas, Santa Cruz logró que el gobierno boliviano convoque para que el 12 de junio próximo elija a sus gobernadores por votación popular y que adelantara la convocatoria a una Asamblea Constituyente, que debatirá temas como la autonomía regional.

Según Ricardo Noboa, la semejanza con Bolivia es que en ambos países existen diferencias regionales muy marcadas. “Es un fenómeno un poco distinto porque en Bolivia el sistema de descentralización municipal avanzó mucho, ellos no han pedido una autonomía como nosotros, para ellos la autonomía es la descentralización municipal. Ahora ya pidieron gobernadores elegidos por el pueblo, están yendo un poco más allá”.

Pero la discusión conceptual la tenemos más avanzada que en Bolivia. “Pero como ellos han logrado a través de una explosión popular la atención del Gobierno, a lo mejor en el último tramo avanzan más rápido que nosotros”, afirmó.