Si la sal se vuelve insípida...

Si los papás y las mamás cristianos no le damos un sabor cristiano “al caldo” de la vida familiar agradeciendo a Dios –en familia, por supuesto– un cumpleaños, un aumento de sueldo, la recuperación de la salud de algún familiar, unas buenas calificaciones, un paseo...

Si familiarmente no nos ponemos en las manos paternales de Dios en nuestros apuros económicos, en nuestras penas, en nuestras enfermedades...

Si no enseñamos a nuestros hijos a ver a los demás, no como gente de la que podemos servirnos, sino como personas a las que hay que servir...

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Si cuando estamos juntos no juzgamos de los problemas y de los acontecimientos con los criterios del Evangelio, sino con los de la TV, la prensa y la radio...

Si los patrones no manifestamos en nuestras empresas de modo comprobable que nos preocupan nuestros trabajadores, y que nos importa más la doctrina social de la Iglesia que las altas o las bajas de la Bolsa...

Si los trabajadores cristianos nos comportamos irresponsablemente en la oficina o en la fábrica y hacemos, por respeto humano, lo que no deberíamos hacer...

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...No sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.