Para los graves problemas nacionales tenemos que encontrar soluciones compartidas por la mayoría, para que adquieran fortaleza y su éxito sea alcanzable.

A partir de ciertas expresiones y acciones, algunos de los principales actores políticos cada día profundizan, más y más, sus distanciamientos personales y también sus proyectos para el país, haciendo preocupante nuestro futuro.

Aunque haya sistemas de negociación que propongan empezar por posiciones extremas para ir consiguiendo el ideal término medio, creo que no es necesario ese ejercicio cuando está de por medio el bien común.

¿Somos o no patriotas? ¿Somos patriotas de palabra o lo demostramos con nuestras acciones?

No se puede ignorar ni vilipendiar al contrario, al opositor. Su planteamiento puede encerrar razones de justicia, partiendo de realidades que desconocemos y nunca entenderemos si no las escuchamos y analizamos.

Necesitamos el diálogo, no el de membrete sino aquel que permite llegar a la raíz de los problemas, que acepta escuchar la verdad aunque duela, que admite que el otro tiene sus motivos, el que permite pedir perdón y también, serenamente, otorgarlo.

Necesitamos una verdadera cultura de diálogo, que logre la aproximación y evite el distanciamiento.

¿Es mejor para Ecuador que sus principales actores políticos se sigan destrozando o que conformen un proyecto común que satisfaga, no a todos porque suena imposible, pero sí a la gran mayoría?

La Iglesia Católica desarrolla actualmente una misión que mira más allá del ecumenismo con las otras religiones cristianas y trabaja seriamente en la posible comunión en ciertos temas con todas las religiones.

¿Utopía? Puede parecer, pero hay muchas mujeres y hombres dedicados a ese apostolado, que busca la aproximación de los seres humanos y no su alejamiento, en tiempos en que el fundamentalismo es una amenaza generalizada.

Si el actual panorama político en Tierra Santa permite escuchar augurios de paz, ¿podremos los ecuatorianos conseguir de los líderes de la política nacional y local algo similar?

Hay tres temas clave actualmente para probarnos: la seguridad jurídica, las autonomías y el Tratado de Libre Comercio. Sobre esto, o nos acercamos o nos distanciamos. No quepa duda.

¿Tendremos que soportar grandes males para después lamentarnos? ¿No es de inteligentes prevenir antes que remediar?

Necesitamos comprobar en quiénes podemos confiar para encontrar la armonía, la justicia y la paz. ¿Qué piensa usted?  ¿Sería tan amable en darme su opinión?