El animador de la Noche Amarilla, el argentino Carlos Alberto Vicente, lo anunció en dos ocasiones y no salía.

La hinchada, que había copado en su totalidad el estadio Monumental, lo estuvo aplaudiendo, pero no aparecía en el terreno de juego.

Mientras los integrantes del Once Caldas realizaban ejercicios de estiramiento en la cancha, el ex arquero torero José Francisco Cevallos optó por quedarse calentando en el camerino.

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Uno de los utileros del equipo canario se encargó de indicarle que lo esperaban en la cancha para darle una placa por su trayectoria en Barcelona, equipo donde estuvo más de diez años.

Entonces el guardameta salió. Se encendieron bengalas, caía papel picado sobre el césped, los aplausos fueron más sonoros y estuvieron acompañados de cánticos para Pepe Pancho.

Cevallos levantó los brazos. Hizo gestos como dando a entender a la hinchada que aún la lleva en el corazón.

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El presidente de Barcelona, Isidro Romero Carbo, fue el encargado de entregarle la placa a Cevallos. Luego el arquero retornó al camerino para continuar con su calentamiento, antes del partido.