Los regímenes sunitas árabes temen que la segura victoria chiita en las elecciones en Iraq aumente la influencia de Irán y origine inestabilidad regional, con la creación de una “media luna” del chiismo, integrada además por Siria y Líbano.

Analistas afirman que millones de chiitas en Arabia Saudita y Kuwait no aceptarían estar sometidos a los sunitas cuando sus hermanos son poder en Iraq e Irán.

Aunque el triunfo chiita en los comicios es casi un hecho, la incógnita es cuál de sus dos vertientes prevalecerá: la laica, inclinada hacia EE.UU. y que lidera el primer ministro interino, Iyad Alawi, o la religiosa, más favorable a las tesis de Irán, que se aglutina en torno al gran ayatola Alí Sistani y es liderada por Abdelaziz Al Hakim, quien sin embargo afirmó ayer que no tiene intención de aliarse con Siria o Irán.

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En Iraq los chiitas son la población mayoritaria (60%-65%). Se les considera los marginados y desposeídos del mundo islámico y tienen un estricto sentido de la jerarquía religiosa, dirigida por ayatolas.

Los sunitas son el 85% de los 1.200 millones de musulmanes del mundo, pero  en Iraq son minoría (20%). Poseen una estructura religiosa más democrática y son los que han detentado el poder en Iraq.