Unas cintas plásticas de color amarillo limitan el camino. “Peligro, campo minado”, se lee en estas. Más allá, en la espesa maleza está el peligro, son cientos de minas colocadas por los soldados durante el conflicto del Cenepa, hace diez años, y que luego no se desactivaron.

Las cintas señalan los senderos abiertos por un pelotón del Cuerpo de Ingenieros del Ejército que forman parte del Comando General de Desminado en la frontera Ecuador-Perú, en los alrededores del destacamento Teniente Hugo Ortiz, al este de Morona Santiago.

Desde un espacio abierto en medio de la selva, que sirve como helipuerto para casos de emergencia, las escuadras de desminado abren senderos en busca de los artefactos. Los 60 integrantes llevan trajes especiales y casco, además de equipos de detección. La entrada de un visitante se da luego de una charla, registro de nombres e incluso el tipo de sangre.

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Es un trabajo profesional y cuidadoso, dice el Subof. Oswaldo Iza, comandante de operaciones de una de las dos patrullas. “Nada debe fallar”.

Existe un plan de evacuación establecido con proyección de tiempos y logística apropiada. Así, de suscitarse un percance se activa el plan y el afectado estará en el Hospital Militar, en Quito, en 122 minutos.

El inicio de las tareas se da una vez que todos los componentes del sistema de evacuación estén listos. Debe haber buen tiempo en el sitio de desminado. Buen tiempo y helicóptero listo en el Batallón Santiago. En Quito, un avión ambulancia y cielo despejado, igual en el aeropuerto de Macas. La ruta del herido es sitio de trabajo-Macas, en el helicóptero de Santiago. De Quito llega el avión ambulancia a Macas y lo evacua.

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Cada patrulla está conformada por un jefe, un detectorista (con un detector de metales) y su suplente; un sondeador (escarba cuando hay alguna señal) y su suplente; un explosivista, que coloca la carga para hacer explotar la mina localizada, y un paramédico. En todo el pelotón, de 60 hombres, labora como médico la teniente Guadalupe Flores Romero.

El pasado 19 de enero, luego de haberse iniciado los trabajos en octubre del 2004, una patrulla halló la primera mina. Hubo algarabía. Esta es como la punta para encontrar el cordón, destaca Iza.

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El mayor Freddy Játiva, comandante general de desminado, explica que son miles de artefactos sembrados en el sector del Cenepa. “Ahí está oculto un enemigo que no perdona”, refiere. Solo en Teniente Hugo Ortiz se calcula existen 1.500 minas.

Las labores se ejecutan con el apoyo y supervisión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Actualmente se encuentran en la zona  delegados militares de Nicaragua, Honduras, Brasil y Chile. Se trata de un programa denominado Marminas y coordinado por la Junta Interamericana de Defensa de la OEA.

El coronel nicaragüense Sergio Aráuz explica que la función de los delegados es controlar que se cumpla con las tareas, capacitar al personal y brindar asesoría técnica.

Carlos Vieira Nunes, capitán del Ejército de Brasil, afirma que la tarea en Teniente Hugo Ortiz presenta dificultades, por la vegetación y los repentinos cambios de clima.

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Hace años, el Ejército llevó al sector a ex combatientes para localizar las trampas, pero hubo resultados.

Freddy Játiva menciona que si bien Ecuador cumple con su parte, Perú no ha iniciado esta tarea. “Ellos aducen dificultades logísticas y falta de presupuesto”, dice.