Reunir los requisitos para acogerse al proceso de regularización resulta cada vez más difícil para los ecuatorianos. A la falta de un contrato de trabajo se suma el registro de empadronamiento mínimo hasta antes del 8 de  agosto del 2004.

Diego, quien por temor a ser perjudicado no reveló su identidad, es uno de los  inmigrantes que tiene ese problema. Llegó a España en busca de mejores oportunidades  en mayo del 2003 y sufrió el robo de sus documentos de identidad, incluido el pasaporte. “Lo volví a pedir en el Consulado de Valencia y me dijeron que estaban sobrecargados de trabajo”, dice.

Diego consiguió su pasaporte en agosto del 2004 y se empadronó en septiembre del mismo año. Reparte volantes con su nombre y ofrece sus servicios como albañil, gasfitero o electricista. Con los esporádicos trabajos reúne un sueldo de 500 euros ($ 650) al mes. Pero hoy, a punto de entrar en vigencia la nuevo ley le han ofrecido un contrato de trabajo en una empresa limpiando cristales. “Mi posible jefe dice que me puede descontar de mi sueldo mensual. Pero ¿qué hago si no estoy empadronado desde antes del 8 de agosto del 2004?”.

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Su historia se suma a los de los inmigrantes africanos y a los de Europa del Este que se mueven por mafias. Pierden sus pasaportes y nunca se empadronan.

“El reglamento debió flexibilizar el requisito de empadronamiento. Hay muchas pruebas válidas para comprobar que una persona lleva en España antes del tiempo exigido. La mayoría llega desorientada. Nunca piden las tarjetas de sanidad, se enferman y sufren en silencio”, expresa el ecuatoriano.