La apoteósica Marcha blanca del miércoles 26 fue la respuesta que necesitaba el coronel Lucio Gutiérrez para convencerse de que Guayaquil sabe hacer valer sus derechos.

La impresionante marea humana de todos los estratos sociales (yo, entre ellos) voceando: “Libertad”, “autonomía”, fue la mejor prueba de que  los guayaquileños de corazón no nos asustamos por gavillas de bocones que amenazaron con armar bronca, pensando que nos íbamos a quedar en casita, y solo unos pocos “pelucones” saldrían a las calles y se iban a encontrar con “apoteósicas” contramarchas y miles de grupos indígenas que nunca aparecieron.

De nada le valió al Gobierno la millonaria campaña que desplegó en los medios de comunicación tratando de asustarnos; ni a diputados ni a independientes que se hayan vendido por un plato de lentejas. Los verdaderos guayaquileños hemos demostrado al Presidente que en Guayaquil estamos cansados de sus cantaletas. Lo que sí extraña sobremanera es que un ministro haya caído en el gravísimo error de prohibir a medios de comunicación la transmisión de la marcha desde el aire, poniendo así una mordaza a la libertad de expresión.

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Lourdes Meloni de Rojas
Guayaquil

Estuve de acuerdo con la manifestación pacífica de reclamos a las desatenciones no solo del Gobierno central, sino de gobiernos seccionales.

No estuve de acuerdo en que ciudadanos independiente seamos utilizados, pero que en casos como los siguientes, nunca nos representen ciertas instituciones ante: la falta de control en los paraderos, y a los transportes públicos que circulan en mal estado; a la prevención de accidentes de tránsito; a la eliminación de torniquetes; cobros de citaciones sin explicaciones; a jueces que liberan a infractores de tránsito y delincuentes; o de calles cerradas por regeneración (Metrovía); aumentos en el cobro de parqueos en aeropuerto y malecón; mal servicio del agua potable, energía eléctrica, alcantarillado, telefonía celular y convencional, y Registro Civil.

Álex Díaz Tiela
Guayaquil

Al escuchar opiniones de cierto periodista, me vino a la mente un refrán muy acertado: “Zapatero a tus zapatos”.

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La política es complicada y los periodistas no se ven bien cuando la ejercen. Da la impresión de que cedieron a la tentación de tener poder, en lugar de transmitir al público la verdad de los acontecimientos. Y a eso, le sumamos cinismo: decir que la contramarcha superó a la Marcha blanca, enseñando un video en el momento en que se amontonaba la gente con una bandera tricolor (que luego se dispersó por aburrimiento, supongo; y eso lo vimos todos) es faltar a la verdad, no reconocer la derrota. No pude ir por problemas de salud, pero vi por televisión, sorprendida, la cantidad de gente que asistió. La única marcha que tuvo éxito fue la blanca. Las demás pasaron sin pena ni gloria; así deben reconocerlo los que se meten a políticos.

Giannina Castillo de Jobst
Guayaquil

Escuché al Presidente cuando hablaba de la Marcha blanca, denominándola manifestación callejera de oligarcas, deudores de la banca cerrada, vendidos, conspiradores, y de unos cuantos curas (en forma por demás despectiva). Me pregunto ahora: ¿Quién promovió, autorizó tácitamente y financió la contramarcha?

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¿No fue el Gobierno? ¿No fueron los dineros del Estado los que gastaron para la publicidad de pánico, por todos los medios de información?

No le gusta que lo llamen dictador, pero los guayaquileños somos insultados cuando queremos manifestar nuestra inconformidad por políticas que el Gobierno toma contra la ciudad. No nos está dando nada, Gutiérrez. La plata del Gobierno viene del trabajo de los afortunados como yo, que por eso no somos conspiradores; porque decir lo que pensamos en democracia –así no le guste y estemos equivocados– está protegido por la Constitución que usted violó, con vendidos congresistas.

Guayaquil no siempre fue ejemplo de progreso como lo es actualmente. Recordamos los nefastos días de aquellos con los cuales comparte el poder. ¡Qué pobres de espíritu por querer el mal ajeno para su satisfacción personal! Al remover la historia de esos oscuros días, no solo de Guayaquil, sino del país entero, el pueblo no olvidó.

Raquel Morán Kuffó
Guayaquil

Ya se realizaron las marchas y ¿qué ganamos? Que nuestros hijos hayan dejado de estudiar, el comercio haya cerrado sus puertas, el transporte haya sido un caos, los choferes de taxis hayan cobrado más sus carreras; se haya dejado de producir. No ganamos nada. Lo que eso buscó fue dividir al pueblo. Dejemos que los políticos se enfrenten solos, donde a ellos les dé la gana.

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Félix G. Sánchez Chancay
Guayaquil

Lean parte de esta canción, La marcha de la bronca, del grupo argentino de los años setenta, Pedro y Pablo. Cae como anillo al dedo en la situación actual de nuestro Gobierno, y las marchas que hubo el día 26, una de la paz, y otra del bochinche:

“Bronca cuando ríen satisfechos al haber comprado sus derechos... Bronca cuando se hacen moralistas... y... sacan a pasear su hipocresía... Bronca de la brava..., que se puede recitar para los que toman lo que es nuestro con el guante de disimular, para el que maneja los piolines de la marioneta general, para el que ha marcado las barajas y recibe siempre la mejor, con el as de espadas nos domina y con el de bastos entra a dar y dar y dar...

“¡Marcha! Un, dos... No puedo ver tanta mentira organizada..., nunca nada queda claro...,  está prohibido todo..., nos encarcelan la esperanza. Los que mandan tienen este mundo repodrido y dividido en dos, culpa de su afán de conquistarse por la fuerza o por la explotación.... No puedo ver tanta mentira organizada, sin responder con voz ronca mi bronca..., sin fusiles y sin bombas.
Bronca con los dos dedos en “V”, bronca que también es esperanza, marcha de la bronca y de la fe”.

En la frase que dice: “Para el que maneja los piolines de la marioneta general”, fácilmente se puede aplicar a quien maneja las piolas desde el extranjero, y a Gutiérrez, la marioneta. No hay mucha diferencia entre el sentimiento latinoamericano respecto a algunos “líderes” gobiernistas muchas veces sapos, mentirosos, hipócritas. Las cosas no han cambiado mucho en 30 años.

Andrea Arboleda G.
Guayaquil

Me sorprendió que nadie haya hecho énfasis en el poco guayaquileñismo demostrado por los que organizaron las contramarchas políticas.

¿Qué persiguieron con eso? ¿Atacar a unos y halagar al Gobierno? ¿Hacer una demostración de poder? Una vez más han demostrado que la ciudad en la que nacieron les importa un rábano, porque solo cuentan sus intereses personales.
Ningún guayaquileño que se respete como tal podría estar en contramarchas. Se les puso un alto a sus preponderancias, egoísmos que tanto perjudican a Guayaquil y al  país.

Dora María Fassio
Guayaquil

Desde la capital de la provincia de Cañar me solidarizo con Guayaquil y su gente.

No fue justo que el Gobierno y unos políticos hayan intentado boicotear dignos trabajos que han sido reconocidos mundialmente, y por los que Guayaquil viene dejando huellas de su adelanto. La labor que han hecho en Guayaquil es digna de resaltar, la sacaron de la cloaca en que se encontraba para ubicarla en el sitio que se merece y convertirla en una  gran metrópoli mundial. Invito ahora al pueblo de Guayaquil a decir siempre: “¡Adelante, Guayaquil, el futuro es tuyo!”.

Diego Alberto Calle Vintimilla
Azogues

Respaldo totalmente la posición asumida por Guayaquil en el impasse por la actitud del presidente Gutiérrez.

Las autoridades guayaquileñas merecen el respaldo del Gobierno central.

Francisco E. Bahamonde
Guayaquil

Si uno supone que el ancho utilizable de la avenida Nueve de Octubre es de 70 metros y se llenó, al menos, un kilómetro de la misma, y si cada ciudadano ocupó medio metro cuadrado de espacio, entonces solo con este cálculo rápido  hubo 140x2.000, que es igual a 280.000 participantes en la Marcha blanca. ¡Viva Guayaquil!

José Lima
Guayaquil

Salir a marchar civilizadamente es democrático; es un derecho ciudadano, y ha sido desde el principio de los tiempos el arma de libertad de los pueblos.

Pero, a más de haber ido a protestar, recordemos que “un pueblo culto es un pueblo libre”, por lo cual antes  que pasiones instintivas debimos haber ejercido conocimiento de causa: Las marchas no políticas son investidas de espontaneidad y se efectúan a priori del conflicto, sin llamados ni publicidad televisivas, radiales y de prensa escrita, y sin incentivar a un pueblo que casi no sabe del tema.

La contramarcha nadie la entendió, ¿por qué se la hizo a la misma hora?, ¿acaso no fue un evidente deseo de confrontación? Y las demás marchas ¿por qué salieron de repente abusando de la ingenuidad de la gente, haciendo protagonismo político?, ¿o es que siguieron a la Marcha blanca que nació de la intención de tener seguridad privada en el cantón?

Por supuesto que falta seguridad en la urbe, pero así se  tengan las mejores intenciones, así todo haya sido lícito y no existiera enriquecimiento ilícito a futuro, que seguro no habrá, el problema no es ese, sino de que quedará el precedente al contratarse seguridad privada en Guayaquil; los otros cantones mañana cuando ya no exista un honesto alcalde, querrán cuadrillas de seguridad privada de exclusividad de algún primer personero municipal; o aun, que nazca un nuevo paramilitarismo colombiano, entrenado por empresas privadas y auspiciado por instituciones públicas. Por eso no debemos aliviarle la responsabilidad a un Estado, por más ineficaz y venido a menos que se encuentre. Ahora, ¡cuidado!, no podemos por caprichos políticos habernos vestido con camiseta de patrioteros, tomándonos el nombre de una ciudad altiva, y enmancillar su bien vanagloriada dignidad democrática.

Ernesto X. Ortega Flor
Guayaquil

Que el presidente de facto haya hablado de compra de conciencia de los guayaquileños, por $ 50. ¡Qué poco conoce a los guayaquileños!

Que le pregunte a un subsecretario cómo le fue en el agasajo que ofreció en un hotel; de las 300 reservaciones únicamente le  asistieron quince personas que trajo de Quito; eso lo pasó la televisión.

Militarizados como estamos, únicamente nos quedó el derecho a la marcha.

Alberto Muñoz Morán
Guayaquil

Guayaquil, mi cuna, hizo un llamado a sus hijos para que la respaldaran en el reclamo a su abandono. Desde Quevedo acudí, tuve que caminar desde la calle Machala, y en el trayecto mis ojos se fueron llenando de hermosas visiones que daban la impresión de que eran miles de palomas, pero se trataban de personas vestidas de blanco, que iban con paso firme. Mi ritmo cardiaco se aceleró cuando escuché por los altavoces la canción que dice: “...guayaquileño, madera de guerrero...”. Hubo leyendas y gritos de: “Guayaquil autónomo”, “Guayaquil exige respeto”, “Guayaquil por la patria”, por un mar de gente muy junta una de otra que cubrió  la avenida Nueve de Octubre y pasábamos de las 200 mil personas.
Guayaquil exigió sus derechos de autonomía, al goce de su propio espacio para manifestarse.

Alcides Maldonado
Quevedo

La marcha del 26 de enero sí fue espontánea y hubiera habido más personas como yo, que no asistimos por temor a vandalismos.

La contramarcha fue un fracaso. Presidente, acepte que la Marcha blanca fue un éxito.

Margarita Esteves A.
Guayaquil

Las calles quedaron llenas de papel, plásticos y las huellas de cada ecuatoriano que hizo el ejercicio democrático en participar y expresar su pensamiento, que serán la materia de análisis para cientistas, sociólogos,  hombres y mujeres asistentes, de que la justicia y la democracia no son para una sola marcha.

Dr. Sergio Benítez Rodríguez
Guayaquil

Los guayaquileños sí saben demostrar que su voz y presencia valen mucho. Ese fue un ejemplo digno de imitar en el país entero, porque ningún ecuatoriano es burla de nadie. La gente sabía lo que hacía, no como unos cuantos que trataron de confundir al país y a la comunidad internacional,  prohibiendo tomas aéreas de nuestra  prensa u organizando una pequeña comparsa para querer opacar la Marcha blanca y hacer lo único que saben: ¡Nada!

Julio Álvarez Coronel
Guayaquil