Desde 1918, cuando se produjo el movimiento de Córdoba, Argentina, sabemos que la autonomía universitaria es un principio fundamental de los regímenes democráticos latinoamericanos, entendiendo por aquella la libertad de los centros de educación superior para autogobernarse sin intervención de los poderes políticos. Así debe ser como medida para garantizar el libre pensamiento en una región donde los estados muchas veces son los primeros en atentar contra ese derecho.

Pero la autonomía no implica separación del Estado. Resulta absurda, por consiguiente, la afirmación de que la Policía Nacional no puede ingresar a los predios universitarios en ninguna circunstancia. Que no podría ni debería hacerlo si su objetivo fuese reprimir a estudiantes y maestros que  expresan críticas al régimen, es cosa muy distinta a que no puedan intervenir para defender a una persona que está siendo atacada, o para investigar luego semejante atropello.

Que con esta oportunidad se clarifiquen los límites de la autonomía universitaria.
En el Ecuador no hay islas independientes. La Universidad debe reclamar por la libertad de crítica y no por la impunidad para grupos totalitarios.