Me sorprende ver a mi hija de 8 años  en que cada ocasión que escucha o ve al Presidente  comienza a decir: ¡Mentira!

Tanto ha mentido este señor al país que hasta una niña en edad escolar le da ese apelativo a cada frase dicha por él con un cinismo único.

En el Informe a la Nación mintió de la “a” hasta la “z”; decir que la inflación es menor al 2% es vivir en las nubes, y más que todo no saber la realidad del país; decir que él respeta las demás funciones del Estado, cuando existe un video de un ex presidente de Corte que decía que le fue propuesta la presidencia por el Presidente del país; decir que se ha recuperado el poder adquisitivo de los salarios, cuando no alcanzan para nada.

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Para ser presidente de la república primero se tiene que ser estadista y hablar claro, con la verdad. Lamentablemente, este señor hace todo lo contrario y tiene a un grupo a su servicio (ciertos diputados, jueces...) porque les compró lo poco de conciencia que tienen, para poder esconder su incapacidad para gobernar.

Señor coronel, si aún le queda un poco de dignidad, respete la Constitución y las independencias de las demás Funciones del Estado. Piense que el rectificar es de sabios y el quemeimportismo, de necios, y estos, siempre fracasan.

Francisco Alcívar Villegas
Guayaquil

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Luego de verlo y oírlo en su Informe a la Nación, la pregunta que salta de inmediato es: ¿En qué país vive este señor? Según él, Ecuador está perfecto, la situación es excelente. Se arroga resultados que no son de él, sino producto de la dolarización (que no fue su idea) y solo se manifiestan en el aspecto macroeconómico, mas no en el nivel de vida popular que cada vez se resiente más.

Y ahora, a más de soportar a cada instante su propia propaganda por los medios, su discurso chavista y ridícula frase de “Termino con la oligarquía o muero en el intento”, también sobrepasa todos los límites ya que se cree un prócer y tan solo es mandadero de alguien, si hasta le copia el eslogan casi idéntico: “Una sola fuerza”.

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Pretende hacer creer a los ecuatorianos que el problema en Ecuador es una persona, tratando de tapar el sol con un dedo. Por último, se ha dedicado a ofender a Guayaquil poniendo a funcionarios llenos de odio contra quienes sí han hecho obras, y pide que no nos olvidemos del pasado, que no suframos de amnesia. Es correcto, pues solo con hacer un poco de memoria, me acuerdo lo que le hizo su “jefe” a Guayaquil y al país. El ataque a Guayaquil es evidente, solapado.

Casi sin esfuerzo me acuerdo de la cantidad de mentiras que ha vertido a la ciudadanía, sus rectificaciones constantes, su ineptitud. Estoy seguro que sería el primero en salir a la carrera en caso de una revuelta, y seguro que no moriría por la patria; es una mentira más.

Digamos basta ya a tanta corrupción de parte de quienes por nuestra propia culpa dirigen los destinos del país.

Ing. José Benites
Guayaquil

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