Toda obra de arte es ficción pero también testimonio de uno mismo y del mundo. En verdad es muchas cosas más que desbordan clasificaciones y géneros, por lo que, sin sorpresas, confesiones y diarios son literatura legítima como la novela y el ensayo.

Pero, ¿qué es un texto como La garganta del diablo, de Miguel Donoso Pareja, publicado por Paradiso Editores en el 2004?

Es eso, un texto que encierra numerosos subtextos y propicia múltiples lecturas, es decir interpretaciones, como usualmente acontece con uno de teatro. Inclasificable en cuanto a género, es, de algún modo, continuación de A río revuelto y, sin embargo, independiente de él.

Donoso Pareja es autor que en los últimos años ha publicado una media docena de textos entre novelas, ensayo y poesía. Para mí es indiscutible que La garganta del diablo es, hoy por hoy, su mejor obra.

Obra de madurez, sin duda, que posee un rigor de escritura para contar, narrar lo que por distintas razones es próximo al autor, o de su interés, materia de reflexiones, comentarios y críticas en que un humor a veces, una ironía o un sarcasmo se entrecruzan con ternuras y añoranzas diversas.

Construida con el sentido de un decir que se convierte en un escribir, es una conjunción de textos cortos con el peso de las partes que constituyen un rompecabezas. Pero aquí cada parte, cada ficha, tiene su propia autonomía a tiempo que se integra en el formato totalizador del texto.

El tema recurrente es la vida del narrador centralizado, claro está, en la referencia literaria. La vida como experiencia, como invención de la misma vida y como proyección de un tiempo narrativo que no se somete a una cronología. La ausencia de esta cronología como hecho visible es, quizá, lo que sustenta la estructura de este texto.

Nada aristotélico en este contar, la voz que habla –sin importar que para los efectos narrativos pueda desdoblarse en dos o tres– construye la narración según necesidad propia, marcada tanto por el recuerdo como por una situación particular, una instancia, un hecho que leyó u oyó, suficiente incitación para el decir. Interesa es este decir en tanto que contenido y forma.

El narrador (los narradores) es una voz que ha alcanzado una lucidez de conciencia que se ha echado de menos en buena parte de nuestra literatura. Una voz que reivindica su libertad de expresión, que escudriña una verdad que solo puede ser la suya propia. Esta búsqueda de una verdad que no sea una apariencia, por más que toda ficción lo sea, o que más bien supere las apariencias que envuelven a la persona hasta hacerle perder el sentido de una realidad, es, tal vez, la razón de este texto y lo que le otorga una autenticidad creativa.

No vaya a pensarse que el de Donoso Pareja es texto de difícil lectura. Al contrario, esta lectura fluye sin cortapisas ni entrabamientos. Podemos no estar de acuerdo con algunas de sus referencias (yo no lo estoy con quienes en su decir han leído a Saint-John Perse en francés y lo consideran un poeta apenas mediocre, pág. 231), pero La garganta del diablo señala para este autor un primerísimo sitial en la literatura ecuatoriana de hoy.