La abanderada del colegio Rita Lecumberri de 1996, Ivonne Rendón Vera, de 26 años, vivió, como tantos ecuatorianos, la dura experiencia de la emigración.

Ganadora de dos premios de la Filantrópica y egresada de Economía de la universidad estatal, era cajera de un banco cuando ella y su novio decidieron ir juntos a Estados Unidos para trabajar.

“Creí que podía aspirar a un buen empleo. Pero me estrellé con la realidad: Mac Donalds”, dice.

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“Tan linda yo, tan buena alumna y venir acá a vender hamburguesas”, solía pensar Rendón, “quería regresar todos los días”, recuerda. En Pennsylvania, ella trabajaba de 6 de la tarde a 2 de la mañana. Conoció a muchos ecuatorianos que, como ella, soñaban con volver. “Los que se van del país piensan solo en regresar. No lo hacen porque cuando sienten por primera vez estabilidad económica, ya no pueden dejarla”, explica.

Luego de trabajar por dos años sin poder ahorrar, Rendón, su novio y su hija de 9 meses, regresaron la navidad pasada. Actualmente están desempleados y ella no tiene ya grandes expectativas sobre su futuro. 

“No soy conformista sino realista, sé que por más que trabaje arduamente, aquí, lo que gane solo alcanza para vivir, pero es mi país, y aquí me quedo. Aquí quiero criar a mi hija”, dice.