Regresó el pasado diciembre de Mendoza (Argentina) donde se graduó de profesor de arte, con especialización en dirección de coros. Ahora dirige el grupo del CEN.
Cursó el primer año de Medicina en la Universidad Católica, carrera que le atraía, pero que dejó cuando decidió dedicarse por entero a la música, porque esta, desde siempre, ha sido parte de la vida de Fernando Gil Estrada.
Su padre, Enrique Gil, es director de coros; su hermana, Beatriz Gil, es cantante. Él creció ayudando a su progenitor a organizar el Festival Internacional de Coros que se desarrolla cada año en esta ciudad, acompañándolo a los conciertos o escuchando a su hermana. Toda esa herencia, talvez, ayudó para que también escogiera el camino de la música, como carrera, aunque él es un convencido de que “músico se nace y luego se hace”.
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En diciembre pasado, Fernando Gil regresó de Mendoza (Argentina) con su título de profesor de arte, con especialización en dirección coral, que consiguió luego de cinco años de estudios, y desde comienzos de enero se desempeña como director del Coro del Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN).
Son muchas las expectativas que tiene Gil a sus 32 años. Por ahora ha convocado a audiciones para que más personas se integren al coro del CEN. Desea trabajar de manera profesional en la actividad que comenzó a ejercer hace más de una década, de manera amateur, movido por la vocación y lo que aprendió de su padre, y respaldado por sus estudios de música en el conservatorio Antonio Neumane.
A principios de la década de los noventa fundó el Coro de Niños de la Universidad de Guayaquil, que dirigió por seis años y comandó también coros de instituciones educativas. En agosto de 1999, durante el festival de coros, escuchó a un grupo que le pareció maravilloso. Leyó el currículo del director y vio que su maestra fue Mónica Pacheco, de Mendoza (Argentina). Entonces le dijo a su padre: “Y si me voy a estudiar a Mendoza”. Él le contestó que era buena idea. Así, Fernando se fue del país. Dirigir un coro es más que mover las manos, refiere.
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Estudió en la Escuela de Música de la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Tuvo como maestra de dirección coral a Pacheco. Otros profesores lo guiaron en las demás áreas de su formación académica.
Recuerda con cariño a Ketty Wong. Fue su profesora de infancia. De ella expresa que le enseñó a amar el piano. Comenzó a estudiar música a los 7 años. A los 11 ganó el certamen de la juventud que organiza el Centro Ecuatoriano Alemán. Luego vino un periodo en que quiso alejarse de la actividad musical.
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Como la vocación fue más fuerte, regresó. Formó una banda de música popular con amigos, entre ellos Carlos Prado; tocó con el grupo Bolaños, acompañó a su hermana Beatriz en sus conciertos. Pero lo que más le apasiona es la actividad coral, juntar voces, trabajar poquito a poco hasta que se plasme una obra. Por este motivo se empeñó en hacer de ella su profesión.