“Tiranía no es tan solo derramamiento de sangre humana; tiranía es flujo por las acciones ilícitas de toda clase, tiranía es el robo a diestro y siniestro; tiranía son impuestos recargados e innecesarios; tiranía son atropellos, insultos, allanamientos; tiranía son bayonetas caladas de día y de noche contra los ciudadanos; tiranía son calabozos, grillos, selvas inhabitadas; tiranía es impudicia acometedora, codicia infatigable, soberbia gorda al pasto de las humillaciones de los oprimidos. La tiranía es fiera de cien ojos: ve a un lado y a otro, arriba y abajo, al frente y atrás. Tiranía es monstruo de cien brazos; alárgalos en todas las direcciones y toma lo que quiere; hombres, ideas, cosas, todo lo devora. Devora ideas ese monstruo; se come hasta la imprenta.

“Leyes... vuelven a salirse al paso, y me hago con ellas. Leyes son freno de oro que nos obliga a ir y venir mesurada, cuerdamente. Duro de bocado, pero saludable; esos sabores mantienen la frescura de la boca, esas canas agarran las riendas, dan fianza para no soltar el nudo de la vida. Rotas las leyes, rota la caja de Pandora: los males salen en torbellinos y, braveando por la República, triste la dejan y arrasada. El que la suele romper es el depositario de ellas: hombre desleal ¿así agradeces la confianza hecha de ti por los que te la pusieron en las manos? Traidor, las rompes, las has roto: ¿Cuál es tu pena? No la has de oír, la has de ver, cuando, las manos con empulgueras, la calanca al cuello, vayas lento y aterrado por esas calles por donde paseabas tu soberbia.

“Para ser gran tirano se ha de menester inteligencia superior, brazo fuerte, corazón capaz del cielo y de la tierra; los opresores vulgares no llaman la atención del mundo, los ruines, los bajos, son tiranuelos a quienes perdona el pueblo cuando se derruecan, y olvida por desprecio. Los bajos, ruines, pero criminales, pero ladrones, pero traidores, pero asesinos, pero infames, como Ignacio Veintemilla, no son tiranuelos; son malhechores con quienes tiene que hacer el verdugo, y nada más.

“Sin traspaso de las leyes no puede haber tiranía; habrá quizá despotismo; si la hay, no está ella en el que las ejecuta, sino en el legislador. Si hay traspaso, hay tiranía, por fuerza de razón. Pues, ¿cómo sucede que uno que las traspasa no se puede llamar tirano? Los bandoleros las infringen y, no se llaman tiranos; son malhechores. Y el que se alza con todo, sin facultades para distinguir el bien del mal, sin luz de razón ni principios de gobierno, a impulsos de su bestial naturaleza, que aborrece la justicia por maldad; desprecia la inteligencia, por ignorancia; un azotacalles puesto en el solio por asalto nocturno, y sostenido allí por una banda de gente hampesca; un pobre diablo como este, ¿alcanzará nombre y fama de tirano? De ninguna manera”.

Comentario: Si cuanto antecede escribió Juan Montalvo contra Veintemilla, ¿qué escribiría, si aún viviese, contra los que han venido después?