Gracias a la pasión del coleccionista alemán Franz Mayer (1882-1975) por el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la ciudad de México posee la mayor colección de la magna novela de Miguel de Cervantes que existe fuera de España.

De la espléndida colección privada, compuesta por 739 antiguas ediciones originales y facsímiles del Quijote, se exhiben durante estos días doce de las más hermosas en el vestíbulo del Museo Franz Mayer, en el centro de la capital mexicana.

La exposición es “un pretexto para mostrar los ejemplares originales” y para que “la gente se anime a venir a leer el Quijote, o comprarlo, o venir a acercarse”, explicó la investigadora Natalia Ferreiro, del Departamento de Difusión del museo.

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La selección de volúmenes incluye mapas, ilustraciones y momentos de las aventuras de hidalgo de la Mancha y de Sancho Panza pero es solo una ínfima muestra de los fondos totales resguardados.

En realidad el conjunto del acervo del museo contiene casi 800 ejemplares del Quijote, con los primeros que datan de 1605 y la mayoría publicados antes de 1905.

Aunque Franz Mayer, un banquero alemán que llegó a México hace un siglo, dejó las 739 ediciones, donaciones y adquisiciones posteriores han elevado hasta cerca de ochocientos los Quijotes de la biblioteca, localizada en el museo, en pleno corazón de la capital mexicana.

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La investigadora lleva meses estudiando la correspondencia de Mayer y ha concluido que el coleccionista alemán fue un gran enamorado de Don Quijote.

“Definitivamente estaba obsesionado por el Quijote, al punto de llegar a ser realmente muy escrupuloso, muy sistemático en sus búsquedas, adquisiciones, correspondencia”, explica.

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Ferreiro ha recopilado muchas de las cartas dirigidas a libreros de Londres, Bruselas, Berlín y otras ciudades europeas en las que Mayer desecha ofertas de viejas ediciones que le querían vender y pide otras de más difícil localización.

Así han quedado en el inmenso acervo 250 ediciones en español, 241 en inglés y decenas más en lenguas tales como el catalán, ruso, danés, holandés, polaco, portugués, serbio o sueco, en muchos casos las más antiguas ediciones que se conocen.

La primera que tiene del Quijote el museo data del 18 de julio de 1605.  “El éxito del Quijote fue tan inmediato que ese mismo año se hicieron varias ediciones en distintos sitios de la península: en Portugal hay una, en Valencia se hicieron dos ediciones”, precisa Barreiro.

Y añade que la que tienen es la segunda valenciana, de Patricio Mey. “Es la edición más temprana que se guarda en el acervo en la primera parte”, señala.

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Junto a esa existen otras joyas literarias como la primera publicada fuera de la península en 1607, en Bruselas (Bélgica), o una de las tres primeras traducciones al inglés que se conocen, de 1612.