La Organización de Naciones Unidas (ONU) anunció ayer que supervisará la instalación de un sistema de alerta mundial de catástrofes naturales, como los tsunamis, durante la conferencia sobre desastres naturales que se realiza en Kobe.

El responsable de la ONU para la prevención de desastres, el venezolano Salvano Briceno, dijo que este sistema podría estar listo en el océano Índico, donde el maremoto del pasado 26 de diciembre dejó unos 220.000 muertos, en 12 o 18 meses desde su inicio.

Pero antes se prevé dos reuniones en Tailandia y Alemania, hasta el 2006, lo que provocó el rechazo de Japón, que anunció que es “el país más avanzado en materia de sistema de alerta y que no esperará más negociaciones”.

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Alemania, Australia, EE.UU., Japón, India, China, Francia, Tailandia e Indonesia han presentado proyectos.

La Cruz Roja contempló un posible fracaso por “caer en la  retórica” y  que sistemas de alta tecnología son inútiles en países donde “no todo el mundo vive en un hotel o tiene acceso a un teléfono celular para ser informado inmediatamente”. “Lo que necesitamos son voluntarios y sirenas”, dijo Eva von Oelreich, directiva de la Cruz Roja.

En el Caribe
El ministro francés de Ecología y Desarrollo Sostenible, Serge Lepeltier,  afirmó que se debe ampliar la red de alerta al Mediterráneo, el Caribe y el suroeste del Pacífico.

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En Puerto Rico un grupo de científicos, entre ellos Uri ten Brink, del organismo de Investigaciones Geológicas de EE.UU., advirtió que el Caribe podría ser escenario de tsunamis y no tiene un sistema de aviso de maremotos.

La región tiene las fallas marinas más profundas del mundo, entre ellas la de Puerto Rico, con 8.207 metros de profundidad y 900 km de largo.

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Los maremotos se generan en las fallas y mientras más profundas son, más rápido se forman las olas mortíferas.

La advertencia se publicó en la revista Journal of Geophysical Research, dos días antes de que los tsunamis se estrellaran contra las costas asiáticas.

Cada 50 años hay seísmos de magnitud en el Caribe. En 1946, tras un terremoto de 8,1 grados, más de 1.700 personas murieron en República Dominicana y Haití, antes de que la región se convirtiera en un paraíso turístico que atrajo a 17 millones de visitantes en el pasado año 2004.