La investidura de George W. Bush como presidente de EE.UU. en su segundo mandato consecutivo, fue este año una muestra de la profunda división de la sociedad norteamericana, con la presencia del mayor número de manifestantes en décadas.

El número de contrarios a Bush sorprendió a los republicanos de todo el país que convergieron en Washington para celebrar la victoria de su líder.

Los manifestantes consiguieron incluso hacer oír su voz durante el discurso del Mandatario desde la escalinata del Congreso, pero este continuó sin interrupciones y sin demostrar si los había escuchado.

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Al paso del Cadillac de George W. Bush miles de manifestantes abuchearon y mostraron pancartas.

“Lo siento, mundo, hice todo lo que pude”, indicó una pancarta escrita en azul, el color de los demócratas.  Otras atacan directamente a Bush o su familia como el que dice “envíe a las gemelas a Iraq”, aludiendo a las dos hijas de la pareja presidencial, Jenna y Bárbara.

En un punto, el ex soldado Adán Delgado, de familia cubana, protestó contra el conflicto en Iraq. A su lado reposaban cientos de ataúdes cubiertos de banderas de EE.UU. y ropas negras que representaban los muertos en Iraq. “Un montón de vidas estadounidenses e iraquíes se han perdido por una mentira”, afirmó Maureen Whaley, una mujer de 40 años.

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“Es importante que cuando quede registrado en la historia el comienzo del segundo mandato de Bush, quede registrado también que hubo una nutrida oposición”, dijo Jared Maslin, de 19 años.