En nuestro país ya casi no hay democracia sino anarquía, porque existe desorden general por ausencia de toda autoridad.

El fundamento esencial de la democracia radica en que el origen de la soberanía es la voluntad popular, pero nuestra voluntad no es reflejada por nuestros representantes. Empleo, salud, seguridad, educación, vivienda, esa es nuestra voluntad.

La Constitución es constantemente pisoteada y nuestros doctores en leyes, analistas y juristas que no ejercen cargos públicos y están al margen del Gobierno, no se ponen de acuerdo; lo que a unos les parece legal, otros opinan que es inconstitucional. Las autoridades manejan la Carta Magna a su antojo. Comenzamos un nuevo año y nos preguntamos si esta nueva mayoría en el Congreso ayudará al Presidente a gobernar, o se trata de una gran cortina de circo que intenta ocultar artistas, mientras se cambian de traje para el siguiente show.

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Luis Alfredo Zapata Méndez
Guayaquil

Resoluciones arbitrarias e inconstitucionales las de las minorías mal llamadas mayorías –pues están integradas por partidos perdedores en todas las elecciones que han existido– y no han obtenido respaldo popular, pero tienen en la boca el nombre pueblo.

Con camisetazos y compras de conciencias por ocupar cargos, pretenden engañarnos. Ante tanto descaro pido que se reforme la Ley Orgánica, para que sea el partido más votado el que ocupe la presidencia del Congreso sin recurrir a elección interna; la primera vicepresidencia a la segunda fuerza; la segunda vicepresidencia a la tercera, y así.

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De la misma manera para integrar las comisiones, la debe presidir el mismo partido más votado, y el resto de sus integrantes siguiendo el orden como fueron elegidos. Los desafiliados o expulsados e independientes deben inmediatamente perder el cargo, pues llegaron ahí con auspicios de partidos. Es necesario que la ciudadanía reaccione.

Dra. Antonieta Morán Garzón
Guayaquil

Hablando de libertad, los ecuatorianos deberíamos preguntarnos si efectivamente la tenemos o sigue siendo una utopía.

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Vale recordar que inmediatamente liberados del poder político de España, la gente en las calles de Quito pintaba la frase: “Último día del despotismo y primero de los mismos”. Con la aparición de la mejor forma de gobierno hasta ahora establecida en nuestro país en la era republicana, la democracia, nacida a raíz de la Declaración de los Derechos Universales del Hombre, se ofrece el derecho a los ciudadanos de elegir y ser elegidos. Sin embargo, actualmente esta seudolibertad se encuentra entrampada en nuestro país, por estratagemas de mal llamados líderes de partidos políticos.

El método como una obra teatral fue imprevistamente montado, en improvisado escenario; los actores de reparto, los diputados del Congreso; el fondo musical, el clamor del pueblo; los críticos, los miembros de la OEA; y los espectadores, la avergonzada opinión mundial. Obviamente, la taquilla deja una agradable recaudación de escaños a los dueños de las empresas teatrales. El dilema sigue siendo: ¿Gozamos de absoluta libertad por el hecho de ejercer el derecho al voto en una confusa y enmarañada fórmula democrática?

Ab. Irak Gaitán Tamayo
Guayaquil