Sigue saliendo en los diarios que la Policía y el Ejército están evitando robos y controlando sitios conocidos como zonas  rojas.

Esas declaraciones las hace, por supuesto, la Policía, para decir que nos está protegiendo como es su deber; pero está muy lejos de la verdad.

A más de unos policías que se ubican en los bajos de los pasos a desnivel, hay lugares muy conocidos por constantes robos, que no son controlados, como la calle Chile, cerca del último semáforo antes de la sede de la Comisión de Tránsito.

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Una amiga, el día sábado a las 18h00, llevaba en su vehículo a su suegra al barrio Centenario, y tuvo que parar en dicho semáforo porque le tocó la luz roja. En cuestión de segundos le rompieron la ventana y le arrebataron la cartera a la suegra. Como tenía carros adelante y atrás del de ella, no pudo hacer ni el intento de salir disparada para tratar de evitar el robo.

Pero cuál fue su sorpresa, que avanzando la marcha en su carro asustada, vio que los asaltos continuaban en el sector, a vista y paciencia de todo el mundo.

En ese mismo lugar, hace un año, trataron de asaltar de la misma manera a un amigo mío, con la diferencia que no tenía carro adelante, y se salvó de que le robaran, pero el susto no lo pudo evitar, peor aún porque iba con sus hijas.

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¿Hasta cuándo deja el Gobierno que esta ciudad sea tierra de nadie?

Lo más penoso es que se esté en contra de nuestra seguridad.

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¡Que Dios nos proteja!

Elsa María de Ortega
Guayaquil

El martes 11, a las 14h00, regresaba en compañía de mi madre de 80 años y mi hijo de 7, y fui interceptada en la puerta de mi domicilio en la ciudadela Samanes 5 por dos individuos que andaban en una moto color blanco.

Uno de los hombres se bajó del vehículo con una pistola en la mano y procedió a insultarnos, amenazarnos, para que mi madre le diera la cartera donde tenía el dinero que habíamos retirado del banco; eran en total $ 1.500.

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Cuando reaccioné e intenté seguirlos, me apuntaron el arma a la cabeza y con sonrisa a flor de labios se fueron –no solo con el dinero que con tanto esfuerzo había ganado, sino con documentos de mi madre y míos– a vista y paciencia de vecinos que estaban afuera de sus domicilios, y de guardias que custodiaban allí.
Nadie, como de costumbre, hizo ni vio nada.

El modus operandi de los ladrones fue de esta forma: a las 10h00 estuvimos en el banco en la Alborada retirando el dinero; luego nos dirigimos a pie a un almacén y realizamos compras, y de ahí a un comisariato de esa misma ciudadela; en eso transcurrieron cuatro horas.

Esa es la audacia de los delincuentes, que esperaron cuatro horas para asaltarnos.

Le pregunto al Ministro de Gobierno: ¿dónde están todos los policías que resguardan Guayaquil, aquellos que dizque nos dan seguridad?

¿Quién nos devuelve la paz a mi pequeño hijo que se encuentra psicológicamente afectado, a mi madre que está postrada en cama no solo por lo golpes que sufrió, sino que por su edad se trata de una persona  hipertensa, y a mí que cuando intento dormir veo a los delincuentes amenazándonos con las armas?

Qué, ¿si esto continúa todos los ciudadanos aunque respetuosos de la ley tendremos que portar un arma de fuego?

Hago un llamado al Alcalde, el único que nos puede ayudar y darnos seguridad en este momento de inseguridad y temor en el que vivimos en nuestra ciudad de Guayaquil.

Ab. Rosario Franco Jaramillo
Guayaquil