Si la cuña televisiva de la “marcha blanca” es deplorable, como sostuve ayer, la de la contramarcha es aún peor. Nos la envía, desde su refugio, Abdalá Bucaram. Y, si entendí bien, es una invitación a repartir palo entre los municipales el próximo 26 de enero. O por lo menos eso es lo que muestran las imágenes. En el preciso momento en que dice “vamos a luchar en las calles por la libertad y en defensa del honor de los hijos” y bla bla, lo que vemos es un grupo de aguerridos colegiales poniendo en fuga, a pedrada limpia, a un pelotón de policías municipales. Intifada en la 9 de Octubre.

En todas las cuñas del PRE, las imágenes sirven para ilustrar meticulosamente las precipitadas y estentóreas palabras de su líder: a cada idea corresponde una imagen. Y es la imagen la que redondea el mensaje y otorga contenido a la idea (bastante anodina, por lo demás).

Dice Bucaram: “la nuestra no será una marcha solo para los blancos”, y vemos el primer plano de unas manos (blancas, efectivamente) guardándose un fajo de billetes: “la nuestra será una marcha para los pobres de la patria”,  y aparecen aquellas imágenes (que no hemos olvidado) de un guardia llevándose salvajemente a un anciano. Mientras tanto, como efectivo apoyo emocional, suena el himno del regreso, aquel famoso tema por cuyos derechos, supongo, se paga regularmente una suma determinada a la disquera de José Luis Perales.

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La mayoría de imágenes son de violencia callejera, tomas de municipales dando garrote (algo en lo que son bastante generosos), gente herida... Como si dijera: no es que el 26 se va a derramar sangre sino que siempre se está derramando; por eso, y por las características raciales evidentes de los opresores, llegó la hora de la limpieza étnica. Si la cuña de la “marcha blanca” es esencialmente fascista, esta es francamente terrorista.