Los defensores y amantes de Galápagos advierten cotidianamente sobre los riesgos a que se encuentra expuesto aquel Patrimonio de la Humanidad. Como voces clamantes en el desierto, señalan el peligro de aplicar a las islas el mismo tratamiento político-social que al resto del país. El resultado de ello se ha visto muy pronto: los mandamases de turno las utilizan a favor de los intereses propios y de sus sectas. La administración del Archipiélago ha pasado en buena parte a los gobernantes del Ecuador.

El cambio es notable y muy sensible, pues se ha entregado asuntos del manejo científico en Galápagos al sector burocrático.
Esto obligó a establecer nuevas leyes, normas y estatutos para mantener y preservar su imponderable biodiversidad. Pero los cambios de carácter burocrático restaron poder de decisión a los organismos científicos que regían al Archipiélago. Ahora el gobierno de Galápagos se divide entre el Ingala y la Junta de Manejo Participativo de las Galápagos. Ello da lugar a numerosos conflictos de autoridad y competencia.

La dispersión de poderes ha sido muy evidente en los recientes paros de varios sectores del Archipiélago, en el irrespeto de normas de pesca artesanal y en la captura indiscriminada de especies, como el pepino de mar y el tiburón.

La agencia de noticias Efe ha informado al país y al mundo sobre la pretensión de los pescadores artesanales (que ascienden a cerca de un millar) de utilizar el método del palangre para su labor.

Este sistema de captura consiste en un cordel largo y grueso del que parten numerosos ramales más cortos con anzuelos y cebos, de tal manera que al ser arrastrados por el barco apresan a toda clase de peces. Los resultados de un plan piloto experimental de pesca de altura realizado durante 96 días, reveló que se capturaron con los palangres 845 ejemplares de peces que se buscaban y otros 568 fueron pescados accidentalmente.

La Fundación Natura ha dado la voz de alerta e informado que el uso del sistema de palangre constituye un grave riesgo para la gran biodiversidad que tienen las islas. Ello aparte del impacto internacional que tiene el proceder irregular de los pescadores artesanales. Ellos amenazan con obtener la autorización del uso del palangre solicitándolo directamente al Instituto Nacional Galápagos, que está bajo control del Gobierno.

En el supuesto caso de que así ocurriera, tendría lugar una descomunal equivocación de los dirigentes del Ingala. Se podría aplicar en ese caso la frase populachera: “Lo importante no es meter la pata, sino saberla sacar a tiempo”.