A criterio de la rectora de la institución mencionada, es subversivo que unos alumnos quieran usar el cabello largo, pidan que el establecimiento acepte a alumnas embarazadas y elaboren leyendas contra el Presidente de la República.

Entendemos que una situación así, poco común en las aulas, sea difícil de manejar. Pero la solución no es la intolerancia. Negarle la oportunidad de educación a un individuo solo por sus ideas o conceptos de vida es un atentado a los derechos humanos que no se debe permitir. Por lo visto hace falta capacitar a ciertos educadores que se sienten amenazados cuando los alumnos, en uso de su derecho constitucional de libre expresión, cuestionan lo establecido y proponen cambios.

Afortunadamente la Dirección de Educación de El Oro dispuso inmediatamente que los alumnos sancionados se reintegren al plantel. Pero el hecho debe servir para recordarnos que no es lo mismo disciplina que totalitarismo. ¿Para qué están los maestros y las autoridades educativas si no es para guiar, formar y darles herramientas democráticas a los alumnos en su desarrollo intelectual?