Antes de finalizar un congreso eucarístico se suelen anotar y publicar algunas importantes conclusiones para que los fieles pongan en práctica los puntos que se determinen. Pues bien, el Emmo. cardenal Josef Tomko, legado de S.S. Juan Pablo II al 48º Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Guadalajara, México, del 10 al 17 de octubre de 2004, ha presentado siete conclusiones, que son también recomendaciones para vivir el Año de la Eucaristía con un corazón renovado, reconciliado y agradecido.

Las siguientes conclusiones son resumen sintético de ideas surgidas del simposio teológico pastoral previo, de las catequesis y de las reflexiones de los diferentes grupos lingüísticos. La primera conclusión reza así: Urge resaltar la importancia de la Eucaristía dominical, parte central del congreso y de nuestra vida cristiana. En verdad, la santa Misa es la oración de las oraciones, porque tiene los cuatro fines: adorar a Dios, pedirle perdón, agradecerle y solicitarle nuevos beneficios. Es además la bendición para toda la semana, para trabajar y estudiar bien.

Viene la segunda reflexión: Resaltar nuevamente la solemnidad y la procesión del Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, porque en ella manifestamos públicamente nuestra fe inquebrantable en la presencia real de Jesucristo en la Hostia consagrada. La tercera, es valorar la adoración eucarística en todas sus formas: visita diaria a Jesús sacramentado, la participación fervorosa en la Hora Santa semanal, incluida la adoración nocturna. Razón por la cual, el señor Arzobispo de Guayaquil ha dispuesto que en todas las parroquias se contemple a Jesús Sacramentado en la Hora Santa vespertina.

La cuarta conclusión consiste en practicar la comunión frecuente. Mientras fieles hay que se conforman con la comunión anual por Pascua de Resurrección, hay otros fieles que se acercan al Sagrado banquete eucarístico cada domingo, y otros, diariamente o con frecuencia. De igual modo, se debe buscar el sacramento de la Reconciliación. Todos, lamentablemente fallamos al Señor, cometemos faltas en materia grave o leve, y por tanto, tenemos que purificarnos en la Confesión sacramental.

La quinta conclusión consiste en fortalecer el espíritu de misión que nace de la Eucaristía. Efectivamente, hay hermanos en la humanidad, cerca de cuatro mil millones, que no conocen aún a Cristo y su doctrina. Y entre los mismos fieles, hay muchos que viven lejos de Él, de su Iglesia y de los sacramentos. Entonces es preciso hacer la misión dentro y fuera de nuestra nación, dentro y fuera del hogar.

Las dos últimas conclusiones consisten en compartir con los pobres la mesa familiar y la Misa, en servicio de caridad; esto es, unir el compromiso espiritual con la necesidad del menesteroso. Y renovar en la Eucaristía: la fe, el sacrificio, la comunión y el servicio como un signo para la Iglesia Católica y el mundo. Si compartimos el Pan Eucarístico, de igual modo tenemos que compartir el pan material con los necesitados, pues en numerosas familias falta el alimento diario porque no hay trabajo. Esta es la causa por la que hay más de tres millones de ecuatorianos en calidad de emigrantes en otros países.