El que cumple el papel como educador deportivo y dirige a menores en su adiestramiento futbolístico no debe olvidar que en sus manos está el coadyuvar a la formación integral del infante.

El entrenador debe conocer las características individuales de sus pupilos, a fin de adaptarlos en el equipo que participa.

Debe ser consciente que los deportistas esperan lo mejor de él, lo cual se percibe en el proceso pedagógico que  emplea como  instructor. La naturalidad, sencillez para  comunicarse y el trato amable que debe tener al dirigirlos le servirán para ganarse  respeto y afecto.

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Por  eso se impone necesariamente que siempre  profundice y actualice sus conocimientos, se compenetre en el estudio de los procesos de entrenamiento y cumpla su papel didáctico en las unidades de trabajo.

Ellos son los que reemplazan temporalmente a los padres en la  formación del hombre.