La democracia boliviana enfrentó ayer otro golpe después de que el presidente Carlos Mesa anunció que dimitirá, antes de reprimir una posible ola de violencia que generen las protestas populares contra su régimen económico.

La advertencia del Mandatario recibió ayer una oleada de críticas.

Sectores empresariales, cívicos, sindicales y vecinales se unieron desde la semana pasada para protestar contra un alza en el precio de los combustibles.