La luz roja detiene la marea de carros y da paso a la marea de vendedores.
Hombres y mujeres se acercan a las ventanas de los automotores y ofrecen a los ocupantes todo tipo de artículos. Tarjetas telefónicas prepago, accesorios para celulares, frutas, choclos, hasta gallinas criollas forman parte de esa oferta.

Estas personas constituyen un nuevo grupo de informales que día a día se acrecienta en la ciudad. Están en las esquinas de calles de intenso tráfico.

Los sectores donde es más evidente su presencia son las calles Esmeraldas, Los Ríos, Tungurahua y Machala. En la avenida Orellana están  frente a San Marino, al Hilton Colón, en intersección con la avenida Rodolfo Baquerizo (principal de la Alborada) y entrada a Samanes. También se ubican en la Av. de las Américas y Plaza Dañín.

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Edwin Villegas está en la Orellana y Rodolfo Baquerizo. Oferta accesorios para celulares y dice que le va muy bien. Solo aspira a que las autoridades municipales o de tránsito no pongan traba a su labor.

Esta forma de comercio informal es común en otras ciudades sudamericanas e incluso en algunas de Europa y Estados Unidos.

En Bogotá, por ejemplo, una ciudad de unos 8 millones de habitantes, se estima existen casi 70 mil personas que ofrecen sus productos a los conductores.