Por esas casualidades del destino, llegó a mí el libro Mientras escribo, de uno de los autores que más amo, Stephen King, cuyas novelas –de miedo, suspenso y ciencia ficción– llegan al cine transformadas en películas bien logradas.

Por esta ocasión King construye algo aparentemente distinto: una triste y descolorida fortaleza donde viven las huellas de una infancia pobre, el desesperado gusto por la escritura, el rechazo de las miopes editoriales, el continuar ascendiendo por los peldaños, y finalmente el merecido reconocimiento a su talento con el consiguiente aguacero de millones de dólares sobre su cabeza.
Leo esto porque siento que renace la esperanza y la confianza que parecían extraviadas en oscuros laberintos. Ojalá me digo se acaben en este país los amiguismos, los críticos de última, los grupitos y los impotentes mentales. ¡Ojalá!

* Escritora ecuatoriana