El caso Fybeca es un ejemplo patético de la mediocridad de nuestra justicia y  fuerza pública; de lo mañosa y dolosamente conducidas.

Salta a la vista el engaño y la culpa; a pesar de ello, no existe poder alguno que pueda revertir la decisión de dejar libres y hasta de ascender en sus puestos inclusive, a quienes tuvieron responsabilidad directa e indirecta en este crimen escandaloso, en este asesinato a quemarropa.

El Presidente prometió a las “Dolores”, algo que según un flamante ministro, no se ha dicho, y por ende, no se va a cumplir. Promesas que se olvidan como tantas otras que se hicieron en campaña, la principal: combatir la corrupción.

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El día que caiga esta gran tela de araña, quienes se sostenían de ella irán  cayendo también como por efecto dominó, y nuestros males sanarán lentamente. Tarea difícil, pero posible.

El Presidente, con la ayuda de todos, tiene la oportunidad de ser agradablemente recordado, solo si cumple con una pequeña parte de esta promesa. Imitemos a nuestros hermanos chilenos,  quienes como parte de su notorio desarrollo socioeconómico,  su Poder Judicial buscó la manera de darle  tranquilidad espiritual a su pueblo haciendo realidad una ansiada condena, y  encerrando aunque sea en su dormitorio y por poco tiempo, a quien hizo del poder un paredón militar.

Luis A. Zapata Méndez
Guayaquil