Es el eje de la red de mercados. Son las 01h30 del miércoles 5 de enero y una decena de camionetas hace cola para ingresar por la puerta principal, en la vía que enlaza la Perimetral con la vía a Daule. Hace una hora y media comenzó el acceso de los clientes, comerciantes de mercados, ferias libres y tiendas. El horario para ellos es de 23h00 a 14h00 del día siguiente, pero prefieren hacerlo entre las 02h00 y 06h00. Los camiones con carga entran de 14h00 a 23h00.

Los doce primeros andenes, que comprenden 258 puestos, están copados. Los siete restantes, con 356 espacios,  semivacíos.

A las 04h00 el movimiento es intenso. Unas 30 camionetas, cargadas con legumbres, frutas, comestibles y personas, hacen cola en las casetas donde se cobra la tasa.

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Personal de la administración, que pide no se cite nombres, menciona que a raíz de la salida de los comerciantes de la calle Pedro Pablo Gómez, la actividad en la TTV aumentó en el 40%. Citan que en los días de más venta, fines de semana, accedían un promedio de 1.400 camionetas. El miércoles, la cifra subió a 2.000, entre las 23h00 y las 06h00.

En un puesto del tercer andén, Aníbal Urriola, comerciante semimayorista, dice estar contento: “Ya no tenemos quejas. Esto mejoró. Antes nos dormíamos”.
Hasta las 04h10 negoció 50 sacos de pimientos, y no 20 como antes. Él vende a $ 3 la gaveta de 80 unidades.

Un hombre oriundo de Riobamba y que reside 20 años en esta ciudad menciona que tiene quejas, pero no da su nombre. “No permiten que trabajen los menores de 18 años; los semimayoristas ganan demasiado; las puertas de ingreso son insuficientes”, asegura.

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En la explanada del sector oeste, unos  500 comerciantes semimayoristas, reubicados a inicios de esta semana desde la Pedro Pablo Gómez, están molestos. No existe alumbrado apropiado y para superar esta dificultad adquirieron cables y realizaron rústicas instalaciones. De palos sostenidos en los sacos de productos cuelgan focos.

No están a la vista de los compradores y el acceso es difícil. María Rosa Tenesaca señala que en la Pedro Pablo Gómez comerciaba diez cajas de tomate y cinco sacos de limón; aquí vende dos cajas y con poca ganancia.

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Eusebio Sañay negociaba 50 cajas de tomate, ahora, solo 10.

EXPLANADA DE GÓMEZ RENDÓN A las 08h15 del miércoles, una marea humana inundó la explanada del mercado Gómez Rendón, entre Abel Castillo y Maldonado. Más eran los comerciantes que salían con sacos y racimos de verde al hombro que los clientes que ingresaban al lugar.

Los puestos de frutas de la entrada son los únicos que tienen techo. La mayoría de los 1.235 informales de la PPG, reubicados en el lugar, están a la intemperie.
Algunos tienen carpas o se protegen del sol con plásticos. Los puestos de 2x2 y 1x1,75 metros se encuentran uno junto a otro. A mano izquierda están los mariscos, los abarrotes al centro y las legumbres a la derecha.

“¿Cuánto cuesta la papa?”, le pregunta un cliente a Rosario Guapi, de 28 años.
“Dieciocho centavos la libra”, le responde al interesado, quien solo le pagó 15 centavos luego del regateo. En la PPG -donde laboró un año- “vendía bastante, 10 sacos de papa, 15 de cebollas, aquí no se vende nada, ni un saco”.

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La comerciante oriunda de Guano (Chimborazo) percibía de su negocio entre $ 40 a $ 50 diarios, invirtiendo $ 80.

Existen quejas de los moradores del sector por el ruido, el caos vehicular y la basura en los exteriores. También los vendedores reclaman porque no tienen agua y las baterías sanitarias están sucias. Gustavo Zúñiga, director de Aseo Urbano y Rural y Mercados del Municipio de Guayaquil, sobre los comerciantes afirma que “no estamos lidiando con ciudadanos medianamente educados, sino con población de escasos recursos y educación, por eso hemos iniciado un proceso de formación”.

JOSÉ MASCOTE.  Esta es una semana diferente en el mercado de José Mascote, especialmente para los comerciantes de legumbres que vieron aumentar el número de clientes. Incluso, 60 puestos que abandonaron sus adjudicatarios están ocupados  nuevamente. Este recinto tenía problemas porque estaba junto al mercado callejero de la PPG, reubicado el pasado lunes.

“Vamos a esperar una semana para evaluar. No podemos decir que ha mejorado”, expresa Carlos Garrido, vendedor de embutidos.

-Para mí sigue igual, mientras no cierren las tiendas de afuera- afirma Elvira de Balladares, en su puesto de víveres.

Hay una ordenanza municipal, denominada del entorno, que prohíbe locales que expendan productos de la misma línea, hasta 300 metros de un mercado municipal. En el caso de Mascote es a una cuadra, pero no se cumple. Hay locales de mayoristas y minoristas que ofrecen víveres y carnes.

Gustavo Zúñiga, director de Aseo Urbano y Mercados, refiere que los más de cien locales, entre tiendas y micromercados van a mantenerse. Las bodegas de víveres y frutas no están permitidas en el sector. El martes y miércoles pasados, personal municipal clausuró 22 bodegas; hay 15 más en lista para cerrar.

DE ARTÍCULOS VARIOS.  En este mercado, ubicado en las calles Huancavilca, Pío Montúfar, Francisco Dávila y Seis de Marzo, hay más vendedores que clientes. Son 1.500 puestos, pero 700 están desocupados.

Al ingresar por la puerta principal, en 6 de Marzo y Manabí, se observa que la imponente infraestructura está vacía. La salsa del Gran Combo se escucha a lo lejos en un puesto de venta de CD, sin clientes a media mañana del miércoles pasado.

Pasando los catorce puestos de comida se encuentra Mariano Anelema, de 50 años, en el sitio 359. Sentado en su máquina de coser repara el cierre de un pantalón blanco. Dice que llegó al mercado hace más de un año, desde que lo “sacaron” de Colón y Pedro Moncayo, donde trabajó como informal veinte años, haciendo lo mismo.

“El negocio está malo porque no hay publicidad. Y porque en Colón, Pedro Moncayo y Sucre todavía hay locales donde cosen como yo, que funcionan sin permiso del Municipio y este no hace nada”, afirma Anelema.

Según él, a pesar de que trabaja de domingo a domingo, de 07h00 a 18h00 -que atiende el centro de productos (donde no se venden víveres) -no le alcanza ni para la comida de las tres personas que mantiene, “a veces hago $ 4 y hasta $ 8 en un día”.

Sus vecinos, Lourdes Medina y su hijo Marcos Albán Medina ocupan el local 361, de 1x1,42 metros. Los dos trabajaban en Sucre y Santa Elena y fueron reubicados en el mercado de Artículos Varios. “Hay días que se vende y otros, no. Los domingos medio hay algo, se vende de $ 10 a $ 15, pero solo nos queda $ 3 de ganancia y pagamos $ 27 al mes por el puesto”, asegura ella.

SAUCES IX.  Son las 08h30 del miércoles y los comerciantes se miran entre sí. Pocos clientes llegan. Un local está cubierto con una lona donde hay una inscripción: “Cerrado por falta de pago”. Otros 30 locales permanecen cerrados.
Este panorama es distinto al que se presenta los sábados y domingos, cuando llegan más compradores, refieren los vendedores del mercado de Sauces IX, de la red municipal.

“Antes había más clientes. Ahora no, creo que es por falta de dinero y la apertura del Hipermarket (avenida Francisco de Orellana). Pero acá afecta más la proliferación de tiendas”, explica Andito Espinales, dedicado a la venta de pollo pelado por libras.

El hombre hace una autocrítica y cita las causas por las que la gente no llega a los mercados de la red municipal en la zona. En Los Sauces hay tiendas a cada 20 metros, que ofrecen de todo. “En una tienda venden un tomate, cinco centavos de hierbita. Acá no. No entiendo la razón, si los tenderos pagan más de $ 100 de arriendo y acá solo $ 38 cada tres meses, pero aquí es más caro”, indica Espinales.

LAS ESCLUSAS. Los esposos Carlos López, de 39 años, y Carmen Totoi, de 42, quienes ocupan los puestos 220 y 221 del mercado de Las Esclusas (avenida 25 de Julio y Raúl Clemente Huerta) son dos de los 204 comerciantes que venden legumbres en el lugar.

El centro de abastos tiene 317 espacios interiores y módulos exteriores de artículos varios, de los cuales 113 están desocupados.

“Los puestos están vacíos por las ferias libres que hay en los alrededores, pero como se cerró la PPG están llegando los comerciantes. Recibí una llamada indicándome que hay 20 vendedores de frutas que antes trabajaban allá y vendrían aquí”, relata Pablo González, administrador del mercado.

A los negocios que están en funcionamiento se suman los 146 puestos exteriores, que los vendedores de jeans de las asociaciones Tierra Azul y San Pedro de Pelileo ocupan los sábados, de 06h00 a 12h00.

Los López Totoi trabajan de lunes a domingo, de 06h00 a 15h00, en las Esclusas. Por el horario, recién a las 09h00 comen arroz con pescado como desayuno. Antes laboraban en las ferias libres de los Sauces IV, VI y IX y en la Simón Bolívar, donde vendían mariscos y víveres, “once años estuvimos en ese son”.

LA FLORIDA.  Estefanía Duche afirma que de lunes a viernes duerme durante el día en su puesto de víveres en el mercado de la Florida. “Hay poca clientela y no se vende”, explica.

Su esposo, Paulo Buñay, quien hace dos años recorría las calles en un triciclo para ofrecer productos, está conforme por el local, a pesar de todo. “Acá, las ventas son buenas los fines de semana. Parece que la gente viene de las invasiones y todos los alrededores”, manifiesta.

Hace tres semanas, una decena de comerciantes dejaron sus puestos. Según algunos colegas, estos fueron al Cristo del Consuelo y a los exteriores del Centro Comercial California, km 8,5 de la vía a Daule.

LA TRINITARIA.  Tiene 171 puestos, de los cuales 13 están desocupados. La atención es de 06h00 a 19h00, de lunes a domingo. A las 05h00 ingresan los comerciantes.

Los abastos, carnes, comidas preparadas, legumbres, frutas, mariscos, ropa y CD se expenden en un amplio espacio. Érika Chilán lleva tres años trabajando en el lugar. Ofrece legumbres y montes como manzanilla y hierbaluisa. “Las ventas son bajas, así ha sido siempre y se gana para medio sobrevivir. A los $ 30 que a veces logro hacer les doy la vuelta por ahí mismo para comprar producto”, refiere.

CARAGUAY.  A las 04h30 del miércoles 5 de enero hay más vendedores que compradores de mariscos en la Caraguay. No obstante, poco a poco, el movimiento  se incrementa. Los cangrejeros están en la parte posterior.

A un costado de la puerta 6, del área de legumbres, diez comerciantes duermen en el suelo, envueltos en periódicos, mientras los camiones entran y salen con la carga de pescados de todo tipo.

La actividad es de 24 horas al día. La parte minorista atiende de 06h00 a 18h00, pero hasta las 16h00 ingresa el público. Los mayoristas reciben a su clientela de 24h00 a 06h00.

Enrique Suárez, de 79 años, es un comerciante de mariscos con 58 años de experiencia, veinte de los cuales ha permanecido en la Caraguay. Ahora es un mayorista microempresario del marisco, como se autodefine.

Recuerda que la Caraguay era un terreno botado donde funcionaba la Asociación de Cangrejeros del Litoral. “Nuestro centro de comercialización era el mercado Sur y nos botó Bucaram (Abdalá), entonces hicimos aquí los puestos. Yo soy el más antiguo aquí, fui el presidente fundador de la Sociedad de Comerciantes de Mariscos”, dice Suárez.

Picudo, pargo, corvina, cherna blanca y albacora son las variedades de gran tamaño que expende, además de camarón, desde las  00h00 hasta las 06h00, en el puesto 721.

El experimentado comerciante vende de 60 a 70 quintales de mariscos a la semana. En la Caraguay también son conocidos los vendedores de comidas preparadas con mariscos.