Para impulsar un gran salto en el desarrollo tecnológico, nada como la guerra. Sin embargo, ha cobrado especial relevancia a partir de la Guerra del Golfo, punto de inflexión en la carrera armamentista mundial debido a que en ella participaron tanto elementos del siglo XX (bombardeos masivos, grandes unidades y tecnología antigua de la era industrial), como bombardeos selectivos con misiles inteligentes, soldados tecnológicamente mejor entrenados y comunicaciones digitales, aviones sin piloto y otros elementos propios de la era de la información. En el nuevo milenio, esa transición terminó y en la Guerra contra Iraq hubo un gran despliegue de armamentos sofisticados y, básicamente, más seguros. La vedette fueron los vehículos terrestres, ya que finalmente lograron adaptarse tecnológicamente a las nuevas necesidades.

Los vehículos de combate terrestre habían entrado en crisis a fines del siglo pasado. Su utilidad fue cuestionada como consecuencia de los resultados de la Guerra del Golfo: la mayoría de los soldados muertos pertenecían a tropas que utilizaban tanques y autos blindados que rápidamente fueron destruidos. El espesor de su blindaje no podía soportar las nuevas armas nucleares ni darle velocidad a su andar para seguir la rapidez con que se llevan a cabo las directivas militares en la actualidad ni impedir la llamada “niebla de guerra”, que es la muerte por “fuego amigo”. Por este motivo, tanto en los Estados Unidos como en los países europeos, ya se hablaba de que su uso sólo se limitaría a acciones netamente ofensivas y aisladas.

Los especialistas, liderados por las empresas proveedoras del Pentágono, como  Lockheed Martin y General Dynamics, consideran que este problema es insalvable porque los tanques están sobre el territorio enemigo, donde el peligro es mayor que en el aire o en el mar. Por eso, se han inclinado por los “tanques voladores”, que son nada menos que helicópteros ultra sofisticados, como los Apache Longbow. Sin embargo, el ejército norteamericano no se da por vencido y busca crear autos de combate autónomos, como los aviones que funcionan sin pilotos y son guiados desde bases seguras. Esta especie de robots de guerra motorizados ya estarían en preparación. Los mismos presentarán todas las cualidades de los tanques Abrams y los vehículos de combate dotados con sistemas Brandley, Force 21 Battle Command, Brigade an Bellow y FBCB2, que se usaron con éxito en territorio afgano, más el potencial de poder ser guiados a distancia. De esta manera, contarían con la posibilidad de moverse rápidamente sobre grandes espacios sin tener que mantener contacto visual con cada uno de ellos.

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Los equipos FBCB2 ya permiten a un vehículo de combate descargar imágenes en tiempo real de los Predator que sobrevuelan la zona a ordenadores portátiles de gran tamaño dentro de cada tanque. También tienen acceso a las imágenes del satélite y a los datos enviados por otras fuerzas invasoras, incluyendo los Apaches y otros tanques terrestres, que son automáticamente actualizadas por el personal del cuartel general que viaja con tropas que avanzan en sus propios centros de mando blindados. Todo esto demuestra que la “guerra digital” es el futuro de las contiendas del nuevo milenio.

Para más información, vea Super-Máquinas, el viernes 14 de enero a la 1 p.m. en Discovery Channel.