Parece contradictorio, pero el Centro Cívico de Guayaquil, que debería ser un lugar tranquilo donde imperen normas ceñidas a las buenas costumbres y el civismo, los fines de semana –y no pocos días laborables– se convierte en lugar de ensayo de músicos, orquestas de toda clase, conjuntos de rock, bandas de guerra, soplapitos, etcétera.

Haciendo caso omiso a los mandatos de la cívica, “meten bulla” a cualquier hora.
A ellos no les importa que el mencionado Centro esté rodeado de viviendas familiares, muchas habitadas por personas de edad o niños a veces enfermos, quienes deben soportar la indolencia de vocingleros que están a punto de causar un colapso nervioso a más de uno de los habitantes del sector, sin que ninguna autoridad controle el uso del Centro Cívico.

Roberto Wright Ycaza
Guayaquil