Los miles de niños que han perdido a sus padres en el maremoto asiático que causó más de 150.000 muertos pueden convertirse en blanco de los traficantes de seres humanos, advirtió este miércoles Unicef.
 
"El riesgo existe", declaró la directora de Unicef, Carol Bellamy, en Banda Aceh, la capital de la provincia de Aceh, situada al norte de Sumatra y donde se estima que unos 35.000 niños se han quedado huérfanos como consecuencia de la catástrofe.
 
Esta ha sido la zona más castigada por las olas gigantes causadas por el maremoto, que asoló costas e islas de once naciones, todas ellas bañadas por el Océano Indico.
 
Los medios locales indonesios han informado de que en los últimos días se han distribuido mensajes de texto mediante teléfonos móviles, en los que se anuncia la venta de niños acehnenses.
 
No obstante, Bellamy recordó que este peligro no es nuevo: "El tráfico de menores en Indonesia ya existía antes del tsunami", recalcó.
 
En Tailandia, la policía investiga la desaparición de dos niños europeos, uno sueco y otro austríaco, que fueron hospitalizados en el suroeste del país tras el maremoto del 26 de diciembre, y que se sospecha pueden haber sido secuestrados.
 
Agentes de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) en Tailandia han sido vistos inspeccionando durante los últimos días los hoteles de la región en busca de pistas sobre los dos niños.
 
El ministro tailandés de Asuntos Exteriores, Surakiart Sathirathai, dijo el martes que el Gobierno ha puesto en marcha un dispositivo para prevenir que las bandas de tráfico de seres humanos se aprovechen de las desgracias de muchas familias para hacer negocio.
 
Según la directora de Unicef, el miedo a que algún menor indonesio tenga un destino parecido podría haber sido el motivo por el que el presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, apeló a la solidaridad de los ciudadanos para que adoptasen a alguno de los huérfanos.
 
"Se tiene que ir con mucho cuidado. Sólo en el caso de que el niño esté realmente sólo será dado a unos padres adoptivos, pero el proceso para la adopción es muy largo y se debe prestar mucha atención", puntualizó Bellamy.
 
Por el momento, el objetivo principal de las organizaciones humanitarias es conseguir que los menores se sientan a salvo y vuelvan a su seno familiar.
 
"Si alguien está buscando a un niño que se ponga en contacto con nosotros", señaló a varios periodistas Rimaldi, coordinador de uno de los puestos de Pusaka Indonesia, asociación colaboradora de Unicef en la zona.
 
En los seis puestos de emergencia que ha puesto en funcionamiento esta semana Pusaka Indonesia, en Aceh, existen decenas de fotos y descripciones de familiares que buscan a algún menor.
 
"Vamos a abrir en los próximos días un centro de adopción pero el proceso será muy largo y estará muy controlado", dijo Rimaldi.
 
Otra posibilidad que se plantea esta organización, con sede en Medan, la capital de Sumatra del Norte, es ofrecer en custodia temporal a estos niños.
 
En el centro, como ya se hace ahora en los campos de refugiados, los niños reciben atención médica y psicológica para superar el trauma, aunque Rimaldi espera que en breve se reabran las escuelas o se impartan clases de ayuda.
 
Willi Farati, de nueve años, dice que espera volver pronto al colegio mientras hace cola con su padre ante un puesto de ayuda humanitaria: "Quiero ir a la escuela, me gusta mucho, aquí no hay pero le pediré a mi padre que me encuentre una".
 
Otra niña que también aguanta la fila, Suyatni, de siete años, se lamenta porque "aquí vivimos con mucha gente que no conozco, quiero volver a casa, ir a clase con mis amigos".
 
Según la ONU, un 39 por ciento de la población en los países arrasados por las olas gigantes es menor de 18 años y el número de niños afectados por la catástrofe podría alcanzar el millón y medio.