El presidente argentino, Néstor Kirchner,  suspendió ayer sus vacaciones en el sur del país, tras las críticas que  recibió por no retornar a Buenos Aires después del incendio desatado la  madrugada del viernes en una discoteca.

La decisión la tomó luego de  que su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le describió telefónicamente un panorama adverso a nivel local y en el plano internacional por su  ausencia ante la tragedia, dijo una fuente gubernamental.

Kirchner recibió ayer a algunos de los familiares de las 185 víctimas. “Nos dijo que va a tratar de hacer algo. Nosotros queremos justicia”, indicó Marcelo Benítez, que perdió a su hermano en el incendio.

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Una joven de 25 años murió ayer en un  hospital público de Buenos Aires y elevó a 185 el número de víctimas fatales.

La actitud del jefe de Estado, que goza de una popularidad del 78,1%, según encuestas, fue cuestionada por políticos opositores y  también por familiares de las víctimas, pero fuentes oficiales dijeron que Kirchner prefirió mantener la mesura y que “nunca se desentendió” del episodio.

Pero para el abogado Roberto Iglesias, cuyo hijo Pedro, de 19 años, fue uno de los jóvenes muertos en el incendio que se desató durante un concierto del grupo de rock Callejeros, los dichos del jefe del Estado “no sirven para nada”.

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“Yo necesitaba de alguien que me evitara tener que ejercer mis derechos a fuerza de insultos, gritos, reclamos y patadas, porque todo lo conseguí de esa manera, no con lo que yo sé hacer: la invocación oportuna y pertinente del derecho. Y en ese momento no estaba el presidente”, declaró por radio Continental.

“¿Dónde está Kirchner para decir: ‘Señores, estoy con ustedes, les doy mi pésame’? Yo estoy muy enojada, estoy con rabia”, dijo a radio Mitre Mónica Barroso, indignada madre de un socorrista que falleció.

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Testimonios similares se escucharon la noche del lunes en una marcha de miles de familiares y sobrevivientes.