El controversial artista, quien ha hecho críticas al catolicismo con sus obras,  se dio a conocer por una foto que mostraba un crucifijo sumergido
en orina.

Una fotografía  expuesta en 1989 no podía pasar inadvertida, mostraba un crucifijo sumergido en orina. Como era de esperarse, causó la indignación de muchos, incluidos varios conservadores cristianos y legisladores.

Su creador es Andrés Serrano, estadounidense de origen hispano descrito por algunos como sacrílego, por otros como un artista con una gran complejidad de visión y por algunos más como el niño terrible de las Guerras Culturales. En ese año, el fotógrafo se insertó en esas guerras.

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Como copos de nieve en su apartamento, numerosas partículas de yeso caen desde un andamio, mientras un trabajador desprende unas molduras con una espátula. Otro empuja una carretilla repleta de varios paneles de mármol blanco, que deposita en el piso, donde permanecerán hasta que sean colocados en el muro.

Varias obras religiosas de los siglos XVI y XVII yacen envueltas en plástico. Una puerta inglesa de roble, profusamente ornamentada, lleva a una habitación más pequeña, y un candelabro sobrio de hierro pende de un techo rojo y dorado, donde están talladas varias líneas ondulantes.

Uno casi podría imaginar que presencia la restauración de una catedral inglesa, hasta que sus ojos se topan con otro muro cubierto de mármol, donde hay una gran fotografía a color, con un marco sencillo. La imagen muestra a un Jesucristo negro, con trenzas al estilo del movimiento rastafari, en los brazos de una María blanca. La fotografía,  El otro Cristo, es obra de Serrano y fue realizada en el 2001.

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Desde hace tiempo, Serrano dejó de trabajar en su colección de  Inmersiones, que incluía aquella controversial fotografía, junto con varias referencias críticas hacia el catolicismo.

El artista emite una exclamación de desdén cuando se le pregunta si crea obras controversiales simplemente para causar escándalo. Señala que solo es un blanco fácil para los críticos.

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Serrano compara su proceso creativo con un estado onírico. Describe su obra como figurativa y subjetiva o teatral.

En una cultura insensible en general, la capacidad de sus antenas para captar los tabúes profundos que prevalecen es impresionante. Sabe qué zonas son sensibles todavía y las presiona, dijo Anthony Julius, autor del libro  Transgressions: The Offences of Art.
El proyecto más reciente de Serrano,  América, se llevó tres años para su realización y consta de 112 retratos tomados en estudio. La editorial Taschen publicó  America and Other Work, una retrospectiva sobre las obras expuestas de la serie.

El artista ha dicho que todas sus fotografías son autorretratos. En general, revelan mucho sobre una carrera dedicada a husmear en los aspectos más polémicos y dolorosos del país, pero ofrecen vistazos más ambiguos de la personalidad del autor.

La colección incluye a gente de diversas etnias, edades, profesiones y estratos sociales.

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Hay personas vestidas con sus uniformes sociales o de trabajo, incluyendo imágenes de personas tristemente famosas, como por ejemplo el reportero Jayson Blair, despedido del New York Times; bomberos, discapacitados, proxenetas, niños exploradores e incluso un comentarista conservador.  Los títulos provocan reacciones secundarias: un hombre en apariencia saludable está en una fotografía titulada   Persona con sida, mientras que un discapacitado es descrito como Voluntario en un hospital.