Lamentablemente la pesca es una actividad económica extractiva, difícil de controlar y por su naturaleza es sujeta a la sobreexplotación y al manoseo político. Las especies se agotan o se extinguen y los puestos de trabajo se pierden tarde o temprano. La actividad económica con menor impacto ambiental en Galápagos es el turismo ecológico, ya que esta no es extractiva, es más fácil de controlar y produce ingresos económicos de una manera sustentable a largo plazo, sin afectar significativamente a los recursos naturales vivos. La solución principal está en autorizar, estimular, financiar y capacitar al sector pesquero artesanal para que este en una significativa proporción se cambie al turismo, por ejemplo: el turismo marino de buceo ecológico y a la pesca deportiva catch and release (se devuelve vivo el pez al mar) en la modalidad de tour diario con base local, es decir que el turista sale en una embarcación durante el día, duerme en hoteles, come en los restaurantes, compra productos locales y se transporta en vehículos de alquiler.

Estas modalidades de turismo diario tienen un enorme potencial económico y reparte de mejor manera los ingresos turísticos en la población local, no requieren de inversiones muy grandes o son iguales a las que tienen que hacer para las de la pesca de altura con palangre. Estas alternativas, que son muy parecidas a sus actividades actuales, tienen un impacto ambiental muchísimo menor.

La población de pescadores creció desmesuradamente en los últimos años, poniéndose ellos mismos la soga al cuello, ya que al haber más pescadores y embarcaciones para el mismo pastel, a cada uno les tocaba un pedazo cada vez más pequeño, una menor rentabilidad y menos recuperación del recurso marino.
Hay que congelar definitivamente el otorgamiento de nuevos cupos de pesca, para de ahí ir disminuyendo con estas nuevas alternativas y llevar la pesca a niveles sustentables para el consumo interno y una limitada exportación de alta calidad.
Lo primero que habría que hacer es no introducir y prohibir definitivamente el uso del palangre y trasmallos, ya que estas artes de pesca no son selectivas y tienen una gran incidencia de captura de especies no-objetivo, desequilibran el ecosistema marino y eliminarían en poco tiempo las especies de valor para estas nuevas modalidades de turismo (tiburones y picudos). Luego, una recalificación exhaustiva de este sector, carpeta por carpeta, en una comisión independiente sin presiones políticas, porque hay muchos que no son pescadores y muchos que no son de Galápagos. Con los que quedan se puede empezar a trabajar en estas alternativas, más otras, que son: cupos para transporte entre islas, logística para programas de conservación, maricultura de pepinos y langostas, cultivo de perlas, capacitación en áreas de servicios,  de mecánica, (Secap) electricidad, cocina, guías, marineros, etcétera, que tanta falta hace en las islas. Y, por último, también considerar indemnizar económicamente a aquellos que quieran dejar la actividad para dedicarse a otras. Alternativas válidas hay muchas, pero no hay todavía la voluntad política para lograr esto. Es el momento de que los sectores ecologistas, turísticos, políticos y el Estado inviertan en estas soluciones, ya que todos saldrán ganando y solo así podremos generar empleo y paz social para los galapagueños en actividades compatibles con la fragilidad de estas increíbles islas, principal puntal del turismo e imagen internacional de nuestro país.

*Empresario turístico