Deportistas de la región están lejos del nivel de las grandes potencias.

Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, celebrados  entre el 13 y el 29 de agosto, pusieron de manifiesto una vez más el   abismo existente a nivel competitivo que separa a América Latina de las grandes potencias  deportivas, y aportaron más lágrimas que sonrisas a una región que solo recogió  18 medallas de oro.

Cuba con nueve preseas doradas, Brasil con cuatro, Argentina y Chile con  dos, y República Dominicana con una, fueron los únicos países del área que  consiguieron subir a lo más alto del podio.

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Cuba, superior
El boxeo fue para los de la isla caribeña una verdadera fuente de recursos  porque  se adueñaron del oro en cinco  diferentes categorías. Las restantes medallas de oro correspondieron a Yumileidi Cumbá  (lanzamiento de bala), Osleidys Menéndez (jabalina), la novena de béisbol y el  luchador Yandro Quintana.

Siete preseas de plata y once de bronce completaron el botín antillano,  para una cosecha total de 27 medallas.

Voleibol auriverde
Brasil siguió en orden de méritos al recoger cuatro oros, dos en voleibol y  dos en vela.

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El sexteto auriverde, ganador de la Copa del Mundo y también de la Liga Mundial, cerró un  brillante ciclo al llevarse la presea reservada a la especialidad.
En Atenas, la selección de voleibol confirmó su hegemonía al derrotar por 3-1 a la de Italia en la final.

La conquista del segundo oro (el primero fue en los Olímpicos de Barcelona 1992) coronó  el trabajo de casi cuatro años del bloque bajo el mando del entrenador Bernardo Rezende Bernardinho.

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Mientras la  dupla brasileña formada por Álex Ricardo Santos y Emanuel Rego se quedaba con  el oro correspondiente al voleibol de playa.

Con 42 deportistas más que los 405 clasificados para los Juegos del 2000 en Sydney, Brasil superó en Atenas el listón de tres oros que había levantado en Atlanta 1996. 

Y como en el agua o cerca de ella estaba el tesoro, los deportistas del  gigante sudamericano aumentaron su cosecha dorada en vela, por intermedio de la  dupla Torben Grael-Marcelo Ferreira en la Clase Star y de Robert  Scheidt en Láser.

El coraje de De Lima
Sin embargo, lo más recordado de los éxitos brasileños  será la  muestra de coraje  dada por su maratonista Varderlei de Lima. Cuando lideraba la agotadora carrera a seis Km de la meta, un ex religioso irlandés  se le abalanzó y lo empujó contra el público. Se recuperó y volvió a tomar su paso para  ganar el bronce, un galardón que le supo a oro por el que recibió un reconocimiento especial del Comité Olímpico Internacional (COI).

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El tenis chileno
Pero las medallas de oro que más hondo calaron en  los  latinoamericanos provinieron del tenis, el fútbol, y básquet.

A Chile pertenecieron dos de esas preseas, una a la dupla formada por  Nicolás Massú y Fernando González y la otra al propio Massú, quien en la final  en individuales derrotó al estadounidense Mardy Fish.

Argentina también recogió oro en  fútbol. En  final deslucida  venció 1-0 a Paraguay y se quedó con el oro  olímpico por primera vez en su historia.

El último oro del pequeño botín sudamericano fue para el dominicano Félix Superman Sánchez, quien ganó la prueba de 400m vallas, delante del jamaiquino Danny  McFarlane y el francés Naman Keita.

La gran decepción vino de parte de la mexicana Ana Gabriela Guevara,  quien llegó a Atenas con cartel de favorita en los 400m planos  y tuvo que conformarse con la plata.

Básquet argentino
El orden establecido en el basquet fue desbaratado en el 2004, un año de imprevistos como la consagración de Argentina en los Juegos.

Estados Unidos se asomaba como  favorito, instancia en la que había reinado desde Barcelona 1992 cuando irrumpió con su primer   Dream Team, formado por Michael Jordan,  y Magic Johnson, entre otros.

En Atenas, sin embargo, EE.UU.  volvió a chocar con la realidad de que el resto   le ha tomado la medida en las grandes competencias.

Y si hay un país que se ha convertido en experto en tal tarea, ese es la Argentina de Manu Ginóbili, que se encaramó en lo más alto del Olimpo griego para celebrar el oro.

Argentina ya había dado un campanazo al haber sido el primer verdugo de Estados Unidos en el Mundial de Indianápolis, en el que terminó segundo.

Tras haber hecho un enceste en el último suspiro que le dio la victoria a su equipo ante Serbia-Montenegro en la primera ronda, Ginóbili metió 29 puntos cuando Argentina le repitió la receta a Estados Unidos en las semifinales, venciéndolo 89-81.

El equipo del técnico Rubén Magnano se llevó el título gracias a un inapelable triunfo 84-69 sobre Italia. Esa victoria constituyó la segunda de dos medallas olímpicas de oro en 24 horas para el país tras una sequía de 52 años.

Argentina ganó no solo por su mejor juego colectivo, sino porque sacó a relucir  el coraje de los campeones.