Acontecimientos públicos  conllevan a la preocupante reflexión por la supervivencia del derecho y la democracia. La escala de valores se está invirtiendo.

En una reforma justa, el Tribunal Electoral debería estar integrado por profesionales y técnicos de las facultades de Matemáticas, Ingeniería, de colegios de profesionaes, ciudadanos idóneos sin bandera políticas. Los miembros del Tribunal Constitucional deberían ser honorables profesores en Derecho Constitucional. Y, para el caso de los magistrados defenestrados, guste o no, fueron elegidos en 1997 por la sociedad civil.

En las actuales circunstancias, se ha rebasado la razón jurídica imponiéndose la pasión política con sabor a revancha. Urge una consulta popular para elegir una nueva y definitiva Corte de Justicia, con hombres doctos del derecho, sin vinculación política, y honestidad probada.

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Ab. Fernando Coello Navarro
Guayaquil