Indonesia reconoció ayer que no podrá dar un número preciso de víctimas, que superan los 125.000.

Líderes mundiales adelantan planes para dar una respuesta global unificada a los sobrevivientes del tsunami que azotó el pasado domingo al sudeste asiático, mientras ya oscilan entre 125.000 a 150.000 los muertos a causa del desastre.

Annan señaló que la magnitud de la catástrofe exige una respuesta mundial sin precedentes y un compromiso de largo plazo con la región.

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Además crece el apoyo para declarar una moratoria en el pago de la deuda externa de algunos de los países afectados por el maremoto.

Ayer se reunieron el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, y el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, para discutir la mejor forma de apoyar los esfuerzos de ayuda humanitaria a los países asiáticos damnificados.  Powell declaró que es partidario de reducir la deuda de las naciones afectadas.

Annan dijo que hasta el momento la respuesta a los reclamos de ayuda ha sido buena, con unos 500 millones de dólares comprometidos, la mitad de ellos del Banco Mundial.

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El Banco Asiático de Desarrollo anunció por su parte que pondrá a la disposición de forma inmediata 25 millones de dólares para obras de reconstrucción.

Víctimas incalculables
Funcionarios indonesios reconocieron ayer por primera vez que no pueden dar una cifra exacta del número de muertos y el ministerio de Sanidad anunció que renunciaba a contar con precisión el número de personas que perdieron la vida en el norte de la isla indonesia de Sumatra.

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El vicepresidente del país, Yusuf Kalla, señaló que solo en Banda Aceh, capital de la provincia de Aceh, el número de víctimas fatales podría ascender a 100.000.

En esa provincia escasea la comida y el combustible, además de que la infraestructura casi no existe debido a décadas de conflicto entre rebeldes separatistas y el  gobierno.

En la provincia indonesia de Aceh, los equipos de salvamento se afanaban ayer en entregar ayuda a las víctimas hambrientas, conscientes de que a  medida que transcurren las horas aumenta la posibilidad de la aparición de brotes de epidemias que dejarían decenas de miles de muertos.

Sin embargo, el maremoto logró poner una tregua a una  de las guerras más sangrientas del sudeste de Asia, pues en Sri Lanka, el gobierno y los rebeldes tamiles hicieron llamamientos a la unidad nacional después de tres décadas de guerra que han dejado al menos  60.000 muertos.

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El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, también instó a los separatistas de Aceh a deponer las armas y a cooperar en la reconstrucción de la región aprovechando “este histórico acontecimiento para unirse”.

Pero las fuerzas armadas indonesias afirmaron que seguirán con “las operaciones de seguridad”, mientras los equipos de salvamento se topan con obstáculos para  transportar la ayuda y para salvarlos pidieron escolta policial.