El alcalde de Riobamba dijo que el Municipio asumió los gastos funerales “por cuestiones humanitarias más que por responsabilidad”.

Más de 120 niños llegaron este diciembre al albergue de la Casa Indígena, ubicada a tres cuadras del contenedor de basura donde fallecieron cuatro menores, la madrugada del martes pasado, luego de que les cayó una tonelada de basura.

Pablo Choto, de 12 años; Luis Arturo Yantalema, de 11; Álex Geovanny Choto (11), y Mario Caicedo (13) murieron asfixiados al ser aplastados por los desperdicios, informó ayer Manuel Cuzco, quien realizó las cuatro necropsias.

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Los menores que fallecieron forman parte del 7% de niños que según las estadísticas del Observatorio Social de Ecuador y del sistema de información local son trabajadores prematuros en Riobamba, y más de 130 mil de Chimborazo que viven con menos de dos dólares al día.

Junto a los niños que murieron asfixiados, a las 03h00 del pasado martes, se encontraba otro menor, José Luis Choto, de 11 años, quien sobrevivió a pesar de que resultó afectado por la inhalación de gases tóxicos.

Choto contó que se fueron a dormir al contenedor del mercado porque a las 23h00 del lunes pasado, el conserje de la Casa Indígena, Geovanny Urquizo, donde se hospedaban, supuestamente los echó del lugar porque estaban haciendo bulla y el resto de huéspedes se quejaron.

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Urquizo desvirtuó la acusación del menor, y afirmó que no recibió en el albergue a los niños porque había exceso de huéspedes.

La tragedia ocurrió cuando llegó una pala mecánica del Municipio a recoger los desperdicios, y  luego los echó al contenedor donde estaban los cinco niños.

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Los familiares de las víctimas se enteraron de la noticia a través de la radio Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador, muy escuchada por indígenas de Chimborazo.

Los niños se dedicaban a betunar zapatos y pedir limosna a los transeúntes, según Jorge Villalobos, de 13 años, amigo de las víctimas.

La mañana de ayer, los cadáveres de las criaturas fueron sepultados en los cementerios de las parroquias Flores y Licto, de donde eran oriundos.

Los gastos de los funerales y otros requerimientos de los padres y familiares de los fallecidos fueron solventados por el Municipio de Riobamba. “Por cuestiones humanitarias más que por responsabilidad en este lamentable suceso”, sostuvo el alcalde Fernando Guerrero.

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