La caminata que se realizó en el cantón Durán se inició a las 14h15 y se prolongó por más de tres horas. 

Más de 10 mil católicos participaron ayer en la procesión del Divino Niño, que se realizó  en Durán. La caminata empezó a las 14h15 y recorrió las principales calles de ese cantón hasta llegar al santuario de la imagen.

A este acto religioso asistieron ancianos, lisiados, menores y este año es la segunda ocasión que se efectúa solo en Durán y no considera como parte del recorrido al puente Rafael Mendoza Avilés, cuyo tránsito no se vio afectado por este trayecto.

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Sin embargo, devotos que cada año integran esta convocatoria religiosa, aún recorren, a pie, el puente Rafael Mendoza, como Félix García, quien salió a las 10h00 de su domicilio ubicado en la Av. Quito y El Oro y llegó caminando al santuario de Durán, a las 13h30.

A pesar del intenso sol y la alta temperatura, los feligreses cumplieron más de tres horas de procesión.
Según el arzobispo de Guayaquil, monseñor Antonio Arregui, la caminata demuestra el sentido espiritual de la Navidad, que para muchas personas, se ha convertido solo en una fecha comercial.
El recorrido es un acto de devoción que se realiza desde 1997.

El rostro de Diana Andrade, una niña de 8 años, contrasta con el de miles de personas en la procesión del Divino Niño. Ella sonríe mientras la expresión facial de los demás demuestra recogimiento y seriedad. Ante la pregunta sobre el porqué de su presencia en ese lugar es inevitable. La pequeña hace una pausa antes de contestar. Se seca el sudor que recorre su cara, y responde, sin perder la sonrisa:

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“Porque me gusta, porque Jesús es el hijo de Dios, porque Dios es nuestro Padre”.

Luego obedece la orden de su tía, quien la acompaña en la caminata que se realizó ayer. Ella le pide continuar. Diana cumple la orden. El objetivo de ambas es recorrer algunas de las principales calles del cantón Durán y llegar hasta el santuario del Divino Niño para, de esta manera, cumplir con una penitencia “en agradecimiento a Dios por sus bendiciones”.

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En la procesión, que se realiza por octavo año consecutivo, participan más de 10.000 personas, según indica el sacerdote Miguel Camats, quien dirige a la congregación que se reúne en el santuario todas las semanas.  “El año pasado hubo alrededor de 10 mil, yo creo que este año la devoción ha sido mayor”, dice.

El arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, coincide con el criterio de Camats. “Un acto como este demuestra la espiritualidad de un pueblo en una fecha que según muchos se ha convertido en una jornada comercial”, afirma, mientras camina tomado de la mano de una niña.

Ni los 36 grados centígrados de temperatura detienen a la gente. Los paraguas, gorras y el agua que se arroja desde las ventanas de las casas ubicadas a lo largo del recorrido retardan su efecto. Los cánticos (la mayoría villancicos) y las oraciones motivan a los feligreses. Muchos de ellos caminaron ayer desde el Malecón 2000, en Guayaquil donde comenzaba la procesión, hasta hace dos años. Otros, como Jorge Hidalgo, llegaron a pie desde más lejos. “Estoy caminando desde la Av. Quito y El Oro (sur de la ciudad), porque me hizo el milagro de sacarme de la cárcel”, dice, señalando a la imagen del Divino Niño que sostiene sobre su cabeza.