En su mensaje de Navidad del sábado, el Papa Juan Pablo II compartió sus temores sobre Iraq y Sudán, y expresó sus esperanzas de que los esfuerzos por alcanzar la paz conduzcan al mundo a un futuro más tranquilo.
 
El pontífice saludó a miles de romanos, turistas y peregrinos que acudieron al mediodía a la Plaza de San Pedro para escuchar su tradicional mensaje Urbi et Orbi (para la ciudad y el mundo) y sus deseos de felices fiestas en decenas de lenguas.

Vestido de blanco y dorado, llegó a la basílica en una silla de ruedas bendiciendo a los fieles, los embajadores acreditados ante la Santa Sede, los cardenales, los prelados y los numerosos religiosos presentes.
 
El Papa pronunció sus deseos de paz y felices fiestas en 62 idiomas, entre ellos el español. “Niño de Belén, profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación, apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos, pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo”, manifestó, pronunciando lentamente cada palabra y haciendo varias pausas para recuperar la respiración.
 
“Pienso en África, en la tragedia de Dafur en Sudán, en Costa de Marfil y en la región de los Grandes Lagos”, expresó el pontífice durante su discurso sobre esas áreas en conflicto.
 
“Con gran aprensión sigo los acontecimiento de Iraq. Y cómo no mirar con ansia compartida, pero también con inquebrantable confianza, a la tierra de la que tú eres hijo”, dijo refiriéndose a la Tierra Santa.
 
Juan Pablo II acompañó su mensaje con imágenes del Niño Jesús.
 
“Ante el pesebre donde yace indefenso, que cesen tantas formas de creciente violencia, causa de indecibles sufrimientos”, pidió.
 
“Que se apaguen tantos focos de tensión, que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos; que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas, respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos”, añadió en su petición.
 
“¡Por doquier se ve la necesidad de paz! Tú, que eres el príncipe de la verdadera paz, ayúdanos a comprender que la única vía para construirla es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien”, sostuvo Juan Pablo II.
 
Comparado con otros mensajes Urbi et Orbi de sus primeros años de papado, el de este año fue mucho más corto. El mal de Parkinson ha afectado la capacidad para hablar del Papa, de 84 años.
 
Antes en la madrugada del sábado, el Papa rezó por la paz en Tierra Santa y en el resto del mundo durante la Misa de Gallo celebrada en la basílica de San Pedro y trasmitida en directo en 72 países.
 
Otra oración fue consagrada a los gobernantes de las naciones y los responsables de las organizaciones internacionales para que "se comprometan a fondo para establecer la paz en el mundo".
 
Durante la ceremonia, el Papa dio la primera comunión a unos 30 fieles y 12 niños procedentes de Perú, Guatemala, Corea, Congo, Australia e Italia, que le ofrecieron ramos de flores.
 
La misa fue filmada por las cámaras de 111 canales de televisión y retransmitida en directo a 72 países, entre ellos algunos musulmanes como Argelia e Indonesia.
 
Juan Pablo II no quiso renunciar a celebrar en forma personal esta Misa de Gallo, pese a dificultades de elocución debidas al mal de Parkinson que lo aqueja. Sus desplazamientos y sus gestos litúrgicos se vieron reducidos a la mínima expresión.