Los afiliados que vamos a las unidades médicas del IESS, llegamos aquejados de enfermedades, llenos de dolor físico y necesitados de un gran apoyo emocional y espiritual. En medio de mucho desorden, largas filas, largos trámites, largas esperas, de repente esa mano amiga que aparece como un ángel que abriga el alma que llena de esperanza, que devuelve la dignidad, la mano de este servidor público que aunque sea por un instante nos hace sentir protegidos.

Amigo afiliado, usted que ha recorrido esos pasillos del IESS, que se ha beneficiado eventualmente del servicio de un buen empleado público, no olvide ser agradecido y retribuido sirviendo a los demás.

El IESS, hoy en día caja chica del Estado ecuatoriano, muchas veces ha estado a punto de sucumbir, contribuyendo a su agónica situación el mal servicio que prestan los insaciables burócratas; sin embargo, el pueblo ecuatoriano y los servidores públicos con vocación de servicio, lucharemos para sacar adelante a la institución apoyándonos en la nueva Ley de Seguridad Social, esperando mejores días para nuestra salud y la de nuestros seres queridos.

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Roberto Cornejo Flor
Guayaquil