El encarcelado jefe de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Simón Trinidad, dio ayer como un hecho que será extraditado a EE.UU. y advirtió que esa situación “cierra todos los caminos” a un intercambio de secuestrados por rebeldes presos.

Trinidad, cuyo nombre real es Ricardo Palmera, dijo al semanario bogotano El Espectador que el Estado “inventó” los cargos de narcotráfico y terrorismo “ante la imposibilidad de vencerme en juicio”.

Palmera, el dirigente de las FARC de más alto rango que está preso, consideró “remota” la posibilidad de que el grupo armado acoja el ultimátum del gobierno de revocar su extradición a cambio de liberar a rehenes.

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El gobierno del presidente Álvaro Uribe firmó la semana pasada la extradición de Trinidad bajo cargos de narcotráfico, pero condicionó su envío a que las FARC liberaran a 63 personas en su poder, entre miembros de la tropa gubernamental, ex políticos, tres contratistas estadounidenses y un alemán.

El jefe guerrillero, preso desde el pasado 2 de enero tras ser capturado en Quito, calificó la propuesta como un “chantaje” y auguró que su entrega a las autoridades norteamericanas marcará “un nuevo capítulo” en el conflicto interno, de cuatro décadas, con “consecuencias en la búsqueda de la paz” que no detalló.
La Iglesia Católica colombiana a través del cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal, Pedro Rubiano, pidió ampliar el plazo dado a las FARC para liberar a los secuestrados, por considerarlo muy breve y ofreció nuevamente iglesias y templos para efectuar el canje.

Mientras, el gobierno firmó la extradición condicionada a EE.UU. del desaparecido paramilitar Carlos Castaño.