Víctor Manuel Avilés (20 años) es el único de sus seis hermanos que vive en Ecuador, los otros cinco están en Burgos (España)  “donde hay trabajo porque en Madrid está más complicada la cosa”, afirma.

Con un sobre manila bajo el brazo, Avilés espera en la fila afuera del Ministerio de Relaciones Exteriores, desde las 09h00, ya sin esperanza de ser atendido. “Son las 12h30 y atienden hasta las dos”, calcula, “y adelante hay como 200 personas”.

De todos modos espera por el tique que le permitirá estar primero en la fila hoy para poder sellar la copia del pasaporte de su madre, a quien sus hermanos quieren llevar a España “a ver si se enseña”.

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“Si no hubieran puesto visa los españoles, ahorita no habría nadie en este país”, dice y a su alrededor lo miran decenas de personas también con su carpeta manila bajo el brazo.